El informe resalta el dinamismo de sectores claves como el comercio interno, los servicios financieros y la manufactura, así como los avances en reformas estructurales como la mejora en la ejecución del gasto público y las reformas en las Asociaciones Público-Privadas. Sin embargo, pese a estos avances, los desafíos estructurales del país continúan siendo significativos y muy palpables en el día a día de la ciudadanía.
El FMI también alerta sobre las vulnerabilidades externas que afectan a la economía paraguaya, como la caída de los precios de la soja y la reducción de las exportaciones de energía hidroeléctrica debido a la baja en los niveles de los ríos. La balanza de pagos enfrenta un déficit proyectado del 3% del PIB en 2024, lo que evidencia la dependencia de Paraguay de unos pocos sectores y mercados internacionales. Aunque el país sigue siendo una economía dinámica, esta vulnerabilidad limita su capacidad para diversificarse y enfrentar crisis globales.
En cuanto a la política fiscal, el FMI valora el plan de convergencia hacia un déficit fiscal del 1,5% del PIB para 2026, pero el desafío será asegurar que las reformas no solo se aprueben, sino que se implementen de manera efectiva. La reforma del servicio público y las políticas de gasto son pasos importantes, pero la sostenibilidad de estos cambios dependerá de la capacidad del Gobierno para mantener el rumbo sin ceder a presiones políticas o económicas a corto plazo.
Un aspecto fundamental es el enfoque hacia la sostenibilidad y el cambio climático, que el FMI destaca dentro del marco del Servicio de Resiliencia y Sostenibilidad (SRS). Iniciativas como el impuesto al carbono, la promoción de transporte eléctrico y la implementación de estándares de eficiencia energética son medidas positivas, pero su éxito dependerá de una ejecución rigurosa. En un contexto global de creciente preocupación por el medio ambiente, Paraguay tiene la oportunidad de liderar en la región, pero para ello debe hacer frente a los retos estructurales que van más allá de las buenas intenciones. La reciente obtención del grado de inversión es otro asunto que ayuda sobremanera a lograr los objetivos adicionales que tenemos como nación, pero debemos afianzar un país al cual los inversionistas deseen llegar para asentar proyectos.
En líneas generales, la evaluación del FMI ofrece una visión optimista del crecimiento de Paraguay, pero subraya la necesidad de reformas profundas y sostenibles. El país ha logrado avances, pero debe avanzar con determinación en la implementación de sus reformas fiscales, medioambientales y económicas para garantizar un futuro inclusivo y resiliente frente a los desafíos del cambio climático y las fluctuaciones del mercado global. Es hora de que Paraguay convierta recomendaciones del FMI y de otros en acciones concretas y tangibles que garanticen un crecimiento inclusivo y sostenible en el futuro cercano, para permitir el mejoramiento de la calidad de vida y la reducción de la pobreza, unos ítems que deben ser una meta inalterable.