Marisol Ramírez
@Lic.MarisolRamírez
Una títánica tarea, cargada de “amor al arte” es la que emprendieron hace un año las bailarinas Teresa Cassanello (docente y solista) y Magalí Miranda Moreno (bailarina), ambas integrantes del Ballet Clásico y Moderno Municipal (BCMM) de Asunción, al decidir “rescatar” el área de vestuario del BCMM que contiene décadas de historia entre sus piezas y accesorios.
Esta tarea fue una iniciativa de Magalí Miranda, estudiante de la carrera de Lic. en Diseño de Indumentaria Escénica y Urbana del ISA - FADA - UNA. “Como yo entré al ballet en el 2018, fue Teresa una ayuda fundamental para mi trabajo de investigación, ya que ella está en el BCMM desde 1991 y conoce todos los vestuarios”, reconoció.
El trabajo de Magalí consistió en una extensa recopilación, a lo cual sumó Teresa en todo el proceso, incluso en la tarea de ubicar accesorios que estaban sueltos y no se sabía a que obra pertenecían, para lo que tuvieron que hacer un trabajo de investigación y consulta con ex bailarines del Ballet.
Lo que hoy se ve clasificado, limpio, ordenado, inventariado, antes era muy diferente. “Sacamos todo afuera, hasta el último botón suelto. Hoy se ve ordenado, con protección de plásticos (donados por Amigos del Ballet) en cajas bien clasificadas con el nombre de la obra, con sus etiquetas. Siempre dijimos sí, se puede, a pesar de que muchos no lo creyeron”, comentaron las bailarinas.
En el intento de economizar y hasta ayudar al ecosistema y reciclar, utilizaron cajas que pedían en supermercados, frascos reutilizados, etc., para organizar todo lo que estaba tirado y mezclado. “Y bueno, tardamos un año en hacer todo lo que hoy se ve aquí”, mencionaron.
Los vestuarios y accesorios que son parte de las obras del repertorio del BCMM, reúne décadas de historia y nunca antes se tuvo la iniciativa de organizar de esta manera el lugar. “Para lograr esto, trabajamos hasta en las vacaciones, de 09:30 a 14:30, a veces más... encontrándonos a veces con alacranes, cucarachas y ratoncillos”, detallaron.
La docente Cassanello sobre el tema de los insectos, señaló que “siempre se fumigó el Teatro, pero no se si esa fumigación era suficiente, porque el área de vestuarios es más delicada y tal vez requería otro tipo de proceso, que desde ahora, se tendrá en cuenta”.
A su vez, la futura licenciada en diseño de indumentaria rescató: “Lo que pasa es que se tiene que proteger el vestuario, porque todo lo que va en contacto con el cuerpo tiene que tener otro cuidado, y no solo eso, sino que se debe cuidar la conservación del vestuario”.
Agregó que se tratan de vestuarios que tienen años, tienen historia y son pasibles de un tratamiento que “prevenga el deterioro del tejido, hay todo un protocolo que se debería aplicar para la conservación y si es necesario, restauración de las piezas”.
Magalí explicó, “de por sí la tela tiene una vida útil, como todo objeto, entonces se tiene que o renovar o restaurar, o tiene que haber un cuidado necesario para conservarla, porque cuando las condiciones no están bien, el objeto se deteriora o más rápido, como lo haría un museo, tiene que haber un ecosistema apropiado”.
Desde los 90
Fue desde la década de 1990 en donde Miguel Bonnín asume la dirección del BCMM que se tomó conciencia y control de lo que había en cuanto al vestuario del ballet. “A partir de ahí se empezó a guardar los vestuarios”.
El trabajo de Magalí Miranda, además del arreglo y orden, junto a Casanello, fue el de “inventariado, catalogación, porque no es solo había que saber la cantidad, sino averiguar qué son, de qué época, de qué personaje, quién confeccionó. Al saber quien confeccionó, también nos puede ayudar a restaurar si es necesario. Esta es la misma persona que hizo la misma persona que me puede arreglar, sabe cómo hizo. Y lo mismo el diseñador, quien tuvo la idea, y si vos querés restaurar, mantener, recrear, consultas con él, para ver claramente cuál fue la idea original del personaje”.
En la elaboración de un vestuario, todos los involucrados tienen y aportan su visión, desde el director, “es un trabajo conjunto, entre el director, el diseñador, cada versión tiene su vestuario, sus elementos y accesorios. Se busca seguir la línea de creatividad”.
Detalles
Además del orden, inventariado, catalogación, Cassanello y Miranda documentaron todo. “Pedimos la colaboración de los compañeros, para que modelen los vestuarios, para fotografiarlos. Se hizo una producción fotográfica donde se cuidó cada detalle, hasta el último accesorio se usó para las fotos, el moñito, la zapatilla que le correspondía”. Eso duró tres meses.
La tarea se repartía. “La parte digital le tocó más a Magalí, y yo me involucraba más en lo físico”, recordó Cassannello.
“Desde que vine la primera vez a este lugar, como oyente, me fascinó, porque obviamente tenía mucho que ver con mi carrera. Yo podía ver la mina de oro histórica que es”, recordó Magalí.
Para la estudiante de la carrera de Lic. en Diseño de Indumentaria Escénica y Urbana, la riqueza del lugar es inmensa en arte. “Imaginate todo lo que tenemos acá de arte que la gente no conoce ni sabe que existe”, refiere.
Magalí rescata que hay vestuarios que fueron obra del reconocido artista plástico Ricardo Migliorisi, quien tuvo una destacada faceta revolucionando el campo del diseño de vestuario para el ballet.
Para la estudiante Miranda además, la importancia de estudiar la evolución del vestuario dice mucho de la historia. ”Se puede ver la evolución del tejido y la confección de estos vestuarios, comparar el tipo de elecciones e telas, tocados, etc. Se puede saber los momentos económicos, mucho se puede estudiar solo a través del vestuario”, precisó.
¿Futuro libro?
A la pregunta de si este trabajo terminaría en un posible libro, respondieron que es una posibilidad, y que éste, se sumaría al trabajo que ya se hizo en el libro Un ejército para Terpsícore. 50 años de trayectoria del Ballet Clásico y Moderno Municipal de Asunción que documenta la historia de esta compañía artística, escrito por la doctora Patricia Bonnin Arias.
Magalí señaló que “cuando se hizo una exposición por los 50 años del BCMM, donde trabajamos Teresa, Florencia Soerensen y yo, y notamos el gran interés y repercusión positiva del público al ver los vestuarios y conocer su historia”. Las fotografías del catálogo se realizaron por Rubén Vistoso, Florencia Soerenssen. Tana Schémbori y Miguel Ángel Bonnin apoyaron el proyecto.