EN LAS ÚLTIMAS DOS DÉCADAS: PRODUCCIÓN E INFLACIÓN. La economía paraguaya ha crecido más rápido que el promedio regional debido a condiciones externas favorables y una sólida gestión macroeconómica. Paraguay se ha convertido en un importante exportador mundial de soja y otros cereales, así como productos ganaderos y lácteos además de energía eléctrica. Sin embargo, dado que estos sectores representan la mayor parte de las exportaciones directas y al menos una buena parte de la producción, la economía sigue siendo vulnerable a shocks externos. La pandemia de Covid-19 y las sequías recurrentes han frenado el crecimiento económico en los últimos años. El crecimiento del producto interno bruto (PIB) real se desaceleró de un promedio de 4,4% entre 2003 y 2018 al 1,1% entre 2019 y 2022, apunta el Banco Mundial. En los años 2023 y 2024, las cotas de producción oscilan en torno al 4% y las de inflación en porcentajes similares anualmente.
REDUCCIÓN DE LA POBREZA. Paraguay ha logrado notables avances en la reducción de miseria e indigencia en las últimas dos décadas. En cifras oficiales de esa institución multilateral, a finales de 2022, el 24,7% de la población paraguaya vivía por debajo de la línea nacional de pobreza, casi la mitad de la proporción registrada en 2003 (51,4%). La pobreza extrema también se redujo a la mitad durante este periodo, situándose en el 5,6% en 2022. Sin embargo, la desaceleración del crecimiento acarreó un progreso más lento en la reducción de la marginalidad, definida en esos términos, en la última década. La desigualdad de ingresos también sigue siendo alta, con un Gini de 45 puntos.
Paraguay necesita mejorar la calidad y el nivel del gasto público en infraestructura y en capital humano para acelerar el crecimiento y reducir la pobreza. Utilizando datos previos a la pandemia, el índice de capital humano del Banco Mundial estima que un niño nacido en Paraguay en 2020 solo sería un 53% más productivo de lo que podría ser si tuviera pleno acceso a servicios de salud y educación de buena calidad. Casi una cuarta parte de las mujeres jóvenes y una décima parte de los hombres jóvenes no están empleados ni estudian ni reciben formación y 63% de los paraguayos trabajan en el sector informal a fines de 2022. Dado que casi el 70% de la población paraguaya tiene menos de 30 años, aprovechar al máximo el bono demográfico requiere una atención urgente al mayor activo de Paraguay: su gente (Banco Mundial sic).
FRÁGIL ANTE CONDICIONES METEOROLÓGICAS. Como economía pequeña y abierta, con abundantes recursos naturales, Paraguay también es altamente vulnerable a eventos climáticos extremos adversos, como sequías, inundaciones y tormentas. Debido al cambio climático, se espera que estos eventos se vuelvan más frecuentes e intensos, afectando vidas y medios de subsistencia. La aceleración de la transformación estructural y la diversificación económica, además de las mejoras en la gobernanza ambiental y la resiliencia de la infraestructura, podrían ayudar a Paraguay a disminuir los impactos negativos de estos eventos.
Paraguay podría ser líder en el proceso de descarbonización si aprovecha su exceso de energía hidroeléctrica, promueve prácticas de agricultura climáticamente inteligente y desarrolla su potencial en reforestación y forestación. Para lograr esta transformación, Paraguay necesita movilizar recursos de manera justa y transparente, mejorar la calidad del gasto público y las condiciones para atraer más inversión privada. Como se ve, el diagnóstico del Banco Mundial es veraz y tiene alta precisión en la descripción completa de su coyuntura y estructura en nuestro país.
