Los elementos multimedia, la mayor novedad que presenta esta exhibición frente a otras que han aunado obras del artista británico, juegan con la música e imágenes audiovisuales que impregnan el ambiente con un aura de rebeldía y misterio, el mismo que personifica la figura del archiconocido grafitero, a la vez que buscan recrear el “clima callejero” que caracteriza su trabajo, según cuenta a Efe Alexander Nachkebiya, comisario de la exposición.
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“Normalmente la gente que viene a ver la exposición no tiene ni idea de qué es el arte callejero. Son personas que vienen a ver las obras de arte, e intentamos, poniendo la parte multimedia al principio de la exposición, darles esa sensación de arte callejero”, explica Nachkebiya frente a la obra de “El ángel caído”, su favorita de la muestra.
Este icónico grafiti, que a ojos del comisario representa un ángel de la guarda hastiado de la sociedad, es la “joya de la corona” de la exhibición al ser la segunda vez que se exhibe al público tras su paso por el Círculo de las Bellas Artes en Madrid, donde fue expuesta por primera vez.
Sumergirse en la visión crítica de Banksy
Más de 70 obras, autentificadas y prestadas por coleccionistas privados de todo el mundo, componen esta exposición, emplazada en el céntrico enclave bruselense de la Grand Place, que ahonda no solo en la faceta artística de Banksy, sino también en su crítica a la sociedad del consumo y el capitalismo, tratando de sumergir al espectador casi en su mente.
La muestra hace un balance entre seguir una narrativa cronológica y temática, comenzando - una vez situado al visitante en el universo callejero gracias a una experiencia inmersiva que sirve a la vez de primer contacto con la exhibición- con una serie fotográfica de Steve Lazarides, amigo del artista, que retrató a un todavía jovencísimo Banksy quien ya por entonces trataba de mantener el anonimato dejando ver solo su rubio cabello.
Así, las obras acompañan la evolución de su propio arte, desde las prácticamente desconocidas para el gran público hasta las más notorias, una vez saltó a la fama, como “Niña con el globo” o el “El lanzador de flores” que se pudo ver por primera vez en 2003 en Jerusalén.
Toda la sala juega también un papel fundamental para construir ese relato callejero que se quiere transmitir, con paredes de colores ocres y grisáceos como el hormigón, que tratan de trasladar a esas calles que han sido siempre el lienzo en blanco sobre el que Banksy ha desarrollado su obra.
Es tal el deseo de difundir esa sensación que incluso un trozo de tabique está exhibido con un dibujo de una rata, uno de los símbolos más icónicos del británico, guardando la exposición un espacio propio en el que solo se recogen muestras sobre el animal, como la rata anarquista o “Love Rat”, que lanzan un mensaje de revolución.
“Si te sientes sucio, insignificante o involucrado, entonces las ratas son un buen modelo para seguir. Existen sin permiso, no tiene respeto por la jerarquía de la sociedad y tienen sexo 50 veces al día”, decía en referencia a estos roedores Banksy, cuyas palabras están reflejadas en una de las paredes de la sala.
Genio o vándalo
Una experiencia de realidad virtual, que recopila una gran cantidad de las obras expuestas pero incrustándolas en las calles de Bristol -ciudad natal del grafitero-, sirven como guinda final para la exposición que deja abiarta la cuestión: ¿es Banksy un genio o un vándalo?.
“Nosotros tratamos de no dar ningún juicio de valor. Intentamos simplemente presentar su arte de forma que la gente empiece a pensar (…) y decidir basándose en su experiencia en la exposición y no sólo viéndolas o en los periódicos o por Internet”, defiende el comisario