08 ene. 2025

Bashar al-Ásad, el presidente sirio que dirigió una sangrienta represión

El presidente Bashar al-Ásad gobernó Siria con mano de hierro durante 24 años y reprimió con violencia una revuelta prodemocrática en 2011, que se transformó en una de las guerras más sangrientas del siglo.

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Un combatiente antigubernamental sirio dispara contra una gran pancarta con la imagen del presidente sirio, Bashar al-Ásad, que cuelga de la fachada de un edificio municipal en la ciudad de Hama, en el centro-oeste del país, el 5 de diciembre de 2024.

Foto: BAKR ALKASEM/AFP

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), un organismo de monitoreo de la guerra con sede en Reino Unido, indicó el domingo que el mandatario había huido del país, tras la entrada de los rebeldes a Damasco, la capital.

Su huida no solo significa el fin de su poder, sino el de toda su familia. Al-Ásad asumió las riendas del país en el año 2000, sucediendo a su padre, que gobernaba desde 1971.

Ásad logró recuperar el control de gran parte de Siria en la guerra civil que comenzó en 2011, tras enfrentarse a protestas multitudinarias que exigían su destitución y una rebelión armada que prácticamente aplastó.

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Un manifestante sostiene un busto pintado de dorado del dictador sirio Bashar al-Assad con orejas de burro mientras miembros de la comunidad siria se concentran el 8 de diciembre de 2024 en Berlín, Alemania.

Foto: RALF HIRSCHBERGER/AFP

Durante años, el dirigente se apoyó en sus alianzas con Rusia, Irán y el movimiento libanés Hezbolá para mantenerse en el poder.

Y mientras dirigía una despiadada guerra de supervivencia para su gobierno, se presentaba ante el pueblo y el mundo como el único líder viable frente a la amenaza islamista en Siria.

El 27 de noviembre, sin embargo, empezó una fulgurante ofensiva liderada por islamistas, que no tardó en conquistar varias ciudades del noroeste y centro del país, controladas por Al-Ásad.

Lea más: Los rebeldes sirios toman Damasco y anuncian el fin del régimen de Al Asad

Los rebeldes, liderados por los islamistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), anunciaron el domingo su entrada en Damasco.

“El tirano” Al-Ásad “huyó", afirmó la alianza de grupos rebeldes. Rusia, a su vez, anunció que el presidente “dimitió" y salió del país, sin precisar su destino.

Sin oposición

Durante años, Al-Ásad se erigió en protector de las minorías sirias, baluarte contra el extremismo y único proveedor posible de estabilidad para un país asolado por la guerra.

En las múltiples elecciones celebradas a lo largo de los años, se llevó la gran mayoría de los votos.

Los comicios, realizados únicamente en territorios controlados por el gobierno, fueron tachados de irregulares por las potencias occidentales y grupos de derechos humanos.

Al-Ásad, un oftalmólogo formado en el Reino Unido, vio cambiar su destino con la muerte en 1994 en un accidente de tránsito de Basel, su hermano mayor, que estaba destinado al poder.

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Miembros de la comunidad siria ondean banderas sirias y encienden bengalas el 8 de diciembre de 2024 en Berlín, Alemania, y celebran el fin del gobierno del dictador sirio Bashar al-Assad después de que los combatientes rebeldes tomaran el control de la capital siria, Damasco, durante la noche.

Foto: AFP

Entonces se vio obligado a abandonar Londres, donde conoció a su esposa Asma, una sirio-británica que trabajaba en la City para JP Morgan.

Hizo un curso militar antes de iniciarse en asuntos políticos junto a su padre, líder del partido Baaz, que impuso un régimen hermético en el país, en el que la más mínima sospecha de disidencia podía llevar a la cárcel o algo peor.

Bashar Al-Ásad sucedió a su padre tras su muerte en el año 2000, a través de un referéndum celebrado sin oposición. Fue reelegido para un segundo mandato en 2007.

Entonces, con apenas 34 años, encarnó una figura reformadora para iniciar la liberalización económica y una relativa apertura política del país.

Comenzó inyectando una tímida dosis de libertad, pero la “Primavera de Damasco” fue de corta duración. Los opositores fueron rápidamente silenciados y encarcelados.

Represión sangrienta

Cuando, en el marco de la Primavera Árabe, la revuelta explotó en su país en marzo de 2011, la reprimió sin piedad, provocando una militarización del levantamiento que se transformó en conflicto armado.

La guerra dejó más de 500.000 muertos y desplazó a la mitad de la población. Pero la posición de Al-Ásad sobre los manifestantes y la oposición no cambió.

Ante Siria y el mundo, el político, padre de dos varones y una niña, justificó los bombardeos y las campañas militares como una guerra contra los “terroristas”.

Mientras tanto, su aparato de seguridad aplicó un brutal sistema de encarcelamiento de disidentes, con una red de centros de detención y cárceles repartidos por todo el país, que se volvieron famosos por sus abusos.

Fuente: AFP

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