Siddhartha y Belka son perros que conocieron el borde de la muerte por abandono, pero hoy disfrutan de la vida, libres, en medio del afecto en su nuevo hogar. El primero es un pastor alemán que acaba de cumplir un año, y la segunda, de un año y dos meses, es una cruza de pointer con un ejemplar mestizo.
La triste historia de ambos comienza en los primeros meses de 2016.
En febrero, una persona depositó en una veterinaria, en las inmediaciones de la Universidad Nacional en San Lorenzo, una pequeña cachorra negra con manchas blancas y ceniza, de dos meses aproximadamente. Había sido rescatada de la calle, donde deambulaba hacía semanas, flaca y sucia. Los dueños originales se habrían desentendido de ella luego de que el resto de la camada fue repartida. El diagnóstico arrojó caquexia (alteración profunda del organismo que aparece en la fase final de algunas enfermedades y que se caracteriza por desnutrición, deterioro orgánico y gran debilitamiento físico). Se hicieron cargo de ella. Días después el veterinario Cristian Melgarejo comentó al futuro dueño que estaba en adopción una perrita, muy deteriorada.
Lenta recuperación
Cuando llegó a su nueva casa en Trinidad, tenía visibles las costillas, los ojos llorosos, la piel con escabiosis y una panza desproporcionadamente inflada por parásitos. Entonces comenzó la tarea de recuperación. Antiparasitarios, reconstituyentes, las vacunas habituales antiparvo, séxtuple, etc., se volvieron lenguaje cotidiano. El husky albino y semiciego de la casa, Dartañán, la prohijaba y la cuidaba.
El proceso iba lento. Poco a poco la mirada triste de Belka (nombre de la segunda perra que los rusos enviaron al espacio y regresó con vida) fue cambiando y su cuerpo a estilizarse. El pelaje comenzó a dejar la opacidad atrás y su vitalidad se volvió arrolladora y posesiva.
Otra emergencia
Ya era mayo cuando el nuevo dueño de Belka recibió otro ofrecimiento del mismo veterinario: un pastor de dos meses y sus dos hermanos habían sido dejados en el mostrador con cuadro casi terminal de parvovirus. El criador que los tenía decidió no seguir pagando el tratamiento y los abandonó a cargo de los profesionales. La hembra fue recuperada de un tacho de basura donde había sido arrojada, agonizante. Los tres ingresaron a terapia intensiva, luchando en el límite crítico de la vida y la muerte.
Durante casi un mes vivieron con vías conectadas a sus pequeñas venas en el brazo y contando las horas cruciales. Se volvieron una preocupación constante. Las esperanzas de que sobrevivieran eran mínimas, y en ese resquicio se desataba la lucha por salvarles. Hasta que por fin comenzaron a comer por sí mismos. Sus cuerpos habían llegado a límites no recomendados y la caquexia hacía presencia. Pese a ello, habían logrado no morir de parvo.
Crece la familia
Promediaba el otoño cuando el segundo de los pastores llegó a casa de Belka. Ella inmediatamente lo tomó como el hermano menor al que gastaría todas las bromas y juegos. Siddhartha (el que logró el objetivo, en sánscrito) pronto se adaptó a la nueva geografía, pero dejó de comer. Al cuarto día volvió a internarse. Para entonces, su hermano mayor (Mayron), ya había ido a vivir a la casa de la veterinaria Buenaventura Agüero, una de las profesionales que les salvó la vida; y su hermana, Layka, que iría a vivir con Mirian Jara, aún seguía internada porque su recuperación era más difícil. Todos tendrían en el futuro incidencia negativa en su crecimiento como derivación de su cuadro crítico, principalmente la hembra.
Una semana después, Siddharhtha regresó; y al igual que Belka, empezó el lento y largo tratamiento para restablecerse. Reconstituyentes, baños medicados, alimentos especiales, balanceados, antiparasitarios, séxtuple, formaron parte del calendario.
Dartañán no es muy amable con él. La condición de macho alfa de cada quien proyecta convertirse en un problema, más adelante.
Nuevos diagnósticos
Ambos crecían felices. Siddhartha pronto superó en tamaño a Belka. Ésta a su vez se volvió esbelta y fina, con un largo cuello gracias a sus genes pointer. A los 10 meses era momento de practicarle los análisis porque algunos problemas de piel no lograban superarse. El resultado trajo consigo la confirmación de los temores y una nueva tarea de cuidado: leishmaniasis positivo. Sus días en la calle le dejaron aquella herencia letal. Ahora está en tratamiento intensivo aprovechando el bajo volumen parasitario. Deberá tomar alopurinol durante un año y luego evaluar su cuadro. Está muy recuperada.
En tanto, Siddhartha, a los casi un año dejó de comer y bajó de peso. Había que hacer trucos para que ingiriera alimento. Una revisión de rutina disparó fiebre y la alarma, los análisis posteriores dieron positivo a la enfermedad de erlichia (provocada por picadura de garrapata, posiblemente durante su tratamiento de salvación). Ahora está sometido a una ingesta diaria de antibióticos por 28 días y posterior evaluación. Su evolución es favorable. La enfermedad es curable detectada a tiempo y medicada en forma.
Los dos comparten día a día con su dueño, Miguel H. López, a quien llenan de baba y arena en todo tiempo; con Dartañán, el patriarca de la casa; Cuna, la gata tuerta y dominante, y Frida y Chavela, otras dos gatas (adoptadas). Belka adora a las felinas, Siddhartha también, pero su ingobernable fuerza a veces impide un relacionamiento amable y sin conflictos...