“A todos aquellos a los que de algún modo haya perjudicado, pido perdón de corazón”, se lee en el documento, titulado Mi testamento espiritual y publicado este sábado por la Santa Sede, en alemán e italiano.
Benedicto XVI, cuya capilla ardiente empezará el lunes y su funeral será el jueves, inicia este documento póstumo agradeciendo a Dios por guiarle en “varios momentos de confusión”.
“Agradezco en primer lugar al mismo Dios, dispensador de todo buen don, que me ha dado la vida y guiado a través de varios momentos de confusión, levantándome cada vez que comenzaba a resbalar, donándome siempre de nuevo la luz de su rostro”, escribió.
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Asimismo, agradeció a sus padres que le dieron la vida “en un tiempo difícil”, en la Alemania de entreguerras en 1927, cuando el país se encaminaba al nazismo, y a sus hermanos, Maria y Georg.
Asimismo, expresó su agradecimiento a “los muchos amigos, hombres y mujeres” que le acompañaron a lo largo de su vida y a los maestros y alumnos que tuvo, así como a su país, Alemania, y su Baviera natal, donde, dijo, siempre vio “aparecer el esplendor del Creador”.
De hecho, se dirige directamente al pueblo alemán: “Rezo por que nuestra tierra siga siendo de fe y os pido, queridos compatriotas: no os dejéis desviar de la fe”.
“Lo que he dicho a mis compatriotas, se lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido fiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! ¡No os dejéis confundir!”, anima.
En este sentido, Benedicto XVI deja escrito un alegato en defensa de la fe frente a las interpretaciones filosóficas y supuestamente científicas que tratan de aplacarla o restar su importancia.
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“A menudo parece que la ciencia —las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (en particular, la exégesis de las Sagradas Escrituras) por otro— son capaces de ofrecer resultados inconfundibles frente a la fe católica”, empieza.
Pero agrega: “He visto las transformaciones de las ciencias naturales desde tiempos lejanos y he podido constatar como, al contrario, se hayan desvanecido aparentes certezas contra la fe, demostrando ser, no ciencia, sino interpretaciones filosóficas solo aparentemente vinculadas a la ciencia”.
La fe, señala Ratzinger, ha dialogado con la ciencia natural y de ella también “ha aprendido” a comprender “mejor el límite de la dimensión de sus afirmaciones”.
En sus sesenta años de teólogo, Ratzinger asegura “haber visto colapsar tesis que parecían irreductibles, demostrando que eran solo hipótesis”.
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Entre estas citas la generación liberal, con referentes como los protestantes alemanes Adolf von Harnack y Adolf Jülicher; la existencialista, como Rudolf Bultmann; o la generación marxista.
“He visto y veo cómo del barullo de las hipótesis haya emergido y emerge nuevamente la razón de la fe. Jesucristo es verdaderamente la vía, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es de verdad su cuerpo”, defiende.
Por último, Benedicto XVI, retirado en un monasterio vaticano hasta su muerte desde su histórica renuncia en el 2013, pide “humildemente” rezar por él.
“Para que el Señor, no obstante todos mis pecados e insuficiencias, me acoja en el hogar eterno. A todos los que me ha encomendado, día a día, va de corazón mi oración”, termina.