El modelo de biblioteca callejera fue inaugurado durante la semana pasada y surgió de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura desarrollada en Paraguay a inicios de este mes. El equipo de trabajo contó con apoyo de arquitectos de Costa Rica.
El grupo de profesionales implicados en el proyecto, liderado por Solano Benítez, evaluó la propuesta con el objetivo de que los pobladores puedan recuperar un espacio social, en una zona vulnerable a hechos delictivos.
Es así que nació la idea de instalar literatura en la plaza Amapola, en la Chacartita, lugar que también vio nacer a José Asunción Flores, creador del género musical conocido como guarania.
La plaza es conocida por ser un lugar sobre donde los pobladores denuncian constantes asaltos, peleas y otros hechos. Solo cuenta con ingreso peatonal y está ubicada a 100 metros de la calle Mompox; conecta al Club Resistencia, el barrio Pelopincho y el Parque Caballero.
Benítez comentó a Noticias Py que conversaron con los vecinos sobre la iniciativa, quienes en un principio reaccionaron de forma negativa por temor a la inseguridad.
Sin embargo, detalló que fueron trabajando en la recuperación del espacio público, bajo el pensamiento de poner un bien necesario que todos usarían y de esa forma dar seguridad al lugar.
Bibliotecas con códigos QR
El equipo pensó en que el acceso a internet iba a ser una motivación para las personas y por ello comenzaron a golpear puertas para asociarse con prefesionales y firmas que aportaron sus conocimientos y recursos. “Lo hicimos completamente a pulmón”, dijo Solano Benítez.
Así se fue formando una biblioteca callejera con 1.500 libros que se pueden hallar dentro de un mural con códigos QR a disposición de los pobladores. En el lugar se construyeron bancos con enchufes y una pérgola con materiales reciclados y donados en su mayoría.
La biblioteca funciona escaneando el índice en donde se encuentra la lista de libros. De esta forma, descargan el libro escaneando el código.
En otros, se pueden encontrar libros sobre oficios útiles para los pobladores del sitio. “Le dimos al lugar una nueva vida, los pobladores se sientan a tomar tereré. Cuidan que a la noche no llegue ningún malviviente. Todos están alerta”, mencionó el profesional.
Del equipo formaron parte estudiantes de arquitectura y tres profesionales de un estudio conformado por Verónica Villate, Solano Benítez y Sergei Jermolieff.
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Para los arquitectos, esto representa un gran paso para la sociedad y sería muy útil que el proyecto pueda ser replicado en otros puntos de Asunción.
Impacto y concurrencia
Tras ser inaugurado el espacio, ahora concurren niños, jóvenes y adultos en el lugar, quienes disfrutan de la lectura o de un tereré en lugar.
Christian Nuñez, un poblador que vive hace 20 años allí y conocido activista del lugar, comentó que con esto “se volvieron a abrir las puertas de las casas” y la opción de “compartir entre vecinos otra vez”.
“Hay 20.000 familias que trabajamos todos los días para tener una vida digna y queremos lo mejor para nuestros hijos”, remató el referente comunal.