In situ. Manos al manubrio y pies en los pedales, con la mirada fija en el camino, encaramos el recorrido de las bicisendas en la ciudad que las mira y rechaza con furia.
Arrancamos en la bicisenda ubicada en parte del paseo central de la calle Yegros. Dicho trayecto, inaugurado hace casi una década en junio del 2013, se inicia en la esquina de Yegros y Chiang Kai Shek. Culmina a la altura de 21 Proyectadas.
Decidimos iniciar por la parte donde culmina. En dicho punto no existía un cartel que indicara su extensión. Tampoco su conexión con la siguiente calle.
A esta bicisenda, que representó un frustrado inicio de estos trayectos, se la ve descuidada. Le falta sobre todo la renovación de la pintura que indica la línea que siguen las bicicletas desde ambos lados.
Al culminar esta parte, la inercia y el conocimiento de la zona, pasando el Hospital de Barrio Obrero, uno se dirige a la calle Iturbe.
Impunidad
Desde antes de su inauguración en diciembre del 2018, la bicisenda de la calle Iturbe encontró una férrea resistencia. Como en cualquier parte del mundo no está permitido que los automóviles estacionen sobre dicho espacio exclusivo destinado para la movilización de los ciclistas.
Las bicisendas deben estar en “calles donde el estacionamiento de un lado esté prohibido por ordenanza municipal”. Esto establece el primer punto del documento de Amabici.
Pero sobre Iturbe, para los automovilistas, la bicisensa es solo una marca de pintura en el lado izquierdo de la calle.
Salvo contadas excepciones, prácticamente todo el trayecto de esta parte se encuentra ocupado por autos.
Para quien pretende utilizar la bicisenda en esta calle resulta un plan truncado. El ciclista se ve obligado a salir de su sendero exclusivo, lidiando con vehículos que se desplazan en el estrecho espacio.
A la cantidad de vehículos se suman los baches que aparecen en varias partes del tramo, rumbo al centro.
“¡Quiten esa porquería de bicisenda!”, gritó una persona, desde su auto, en la esquina de Fulgencio R. Moreno e Iturbe.
Su grito reflejaba la intolerancia de una sociedad hacia una movilidad diferente en la ciudad.
Palma
Tramo pintado y en ambas direcciones, barras que limitan el desplazamiento de otros vehículos y ojos de gato para guiarse durante la noche.
Esta es la cara que muestra la bicisenda ubicada sobre la calle Palma. Aun con agentes de tránsito no faltan los vehículos que se cuelan en dicho tramo.
Este trayecto arranca en la Plaza Uruguaya, llegando hasta la calle Hernandarias. Un breve tramo sobre esta última culmina en la avenida Stella Marys, al costado del puerto.
Y a partir de este punto, la nada. Nuevamente no hay una sola flecha o cartel que indica hacia dónde seguir. Resolvimos ir hacia Mariscal López.
Tramo angosto
Iniciándose propiamente a la altura de la ex Estación del Tren, la bicisenda de Mariscal López comienza con el carril en ambos sentidos. Pasando la calle Tacuari, un tramo que se encuentra en pésimas condiciones.
Pero yendo más arriba y antes de llegar a la calle Perú, la angostura de la vía es tal que apenas da para poder moverse con comodidad.
Esto representa nuevamente un tremendo riesgo, considerando que en dicha avenida pasan desde vehículos pequeños hasta ómnibus.
Decidimos cerrar el pedaleo periodístico en la Costanera. Esta vía es una de las más utilizadas todos los días.
Algunos bloques del sendero se encuentran levantados. Pero antes eran más y ahora están señalizados.
Las bicisendas deben ser acompañadas con una mejor gestión y no con improvisación. También deben ir de la mano de la ciudadanía, entendiendo que los ciclistas no son culpables de su furia y buscan movilidad segura.
Falta de señalización
Aunque se ha visto como positivo el hecho de contar con vías exclusivas para los ciclistas, hay aspectos que dejan muestras de deficiencia e improvisación.
En el recorrido del equipo de ÚH, una de las principales falencias que notamos fue la falta de carteles indicadores de las calles.
Como ejemplos, podemos citar lo que ocurre al terminar la bicisenda de la calle Palma a la altura del Puerto. Ni un cartel indica hacia dónde seguir, ya sea para la Costanera o hacia Mariscal López.
Tampoco hay carteles con mapas indicadores de los tramos donde ya se cuenta con bicisendas. Uno está a la deriva cuando quiere conectar un tramo con otro.
Este tipo de señalética indicadora es muy útil, sobre todo para personas que deseen realizar el circuito y no conocen bien las calles.
Tampoco se cuenta con puestos fijos donde dejar las bicicletas aseguradas. Salvo en la Costanera.
Sumémosle a ello la falta de algunos puntos específicos donde encontrar canillas para cargar agua o simplemente refrescarse un rato. Sobre todo en los días de altas temperaturas.