“En este momento doy gracias a Dios por mi segunda vida y también a Él por la misión de ser presidente de la República por un mandato, pero siento, en el fondo, que esta misión aún no ha terminado”, afirmó ante un público entregado que lo interrumpió varias veces con vítores y aplausos. Su segunda vida empezó tras el apuñalamiento que sufrió en 2018 y le dejó secuelas por las que ha tenido que ser operado seis veces y hospitalizado otras cuantas, una de ellas en Florida, EEUU, adonde llegó en diciembre, antes de la investidura de su sucesor, Luiz Inácio Lula da Silva.
Apodado el “Trump del Trópico” por sus similitudes con el ex presidente estadounidense republicano Donald Trump, Bolsonaro volvió a poner en entredicho los resultados de las presidenciales de 2022 ganadas por Lula por estrecho margen. “Tuve mucho más apoyo en 2022 que en 2018. No sé por qué los números mostraron lo contrario”, repitió Bolsonaro, de 67 años, que en febrero anunció su intención de volver en las próximas semanas a su país, donde las autoridades brasileñas investigan si instigó o no los asaltos del 8 de enero contra los edificios de los tres poderes del Estado.
Ese día miles de seguidores suyos, disconformes con su derrota en las presidenciales, asaltaron en Brasilia el Palacio Presidencial, el Congreso y la Corte Suprema.
En un discurso salpicado por numerosas referencias a Dios y a la Biblia, Bolsonaro reiteró que cree haber hecho un buen trabajo, y que siempre defendió la libertad, incluso durante la pandemia cuando todos decían ciencia, ciencia, ciencia. AFP