Boris Johnson compareció hoy en la sesión semanal de preguntas al primer ministro en la Cámara de los Comunes, mientras afronta más presiones para renunciar por el “partygate”, como han denominado los medios al escándalo de los festejos que tuvieron lugar en Downing Street en 2020 cuando el país mantenía fuertes restricciones.
Al ser preguntado por la diputada liberaldemócrata Wendy Chamberlain si no era “la hora” de que dimitiera, el premier contestó con un rotundo “no” y pidió esperar a conocer el resultado de la investigación que lleva a cabo la funcionaria Sue Gray, a cargo de esclarecer qué ocurrió en Downing Street.
El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, acusó a Johnson de ser “incapaz de ofrecer el liderazgo” que el país necesita y calificó de “increíbles excusas” las dadas por el primer ministro sobre si estaba o no al tanto de las fiestas.
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Starmer agregó que Johnson no podía esperar que la población británica creyera que no sabía que eran fiestas cuando había “botellas (de vino) y platos con bocadillos”.
El primer ministro ha pedido reiteradamente disculpas por estas reuniones y ha llegado a decir que creía que eran citas de trabajo, a pesar de que los asistentes habían llevado bebida.
La posición de Johnson es cada vez más débil, debido al malestar en las filas tories, en particular, entre los nuevos diputados que obtuvieron escaños —en las elecciones de 2019— en circunscripciones del norte de Inglaterra, tradicionalmente en manos de la oposición laborista, según señaló hoy el Daily Telegraph.
No se descarta que el enfado en las filas conservadoras se traduzca en un proceso interno para destituir a Johnson como líder.