EFE
Lo trasmitió la propia Dilma Rousseff en el acto de inauguración de la primera línea de alta tensión de Paraguay, de 500 kV, el pasado miércoles en el lado paraguayo de la represa binacional de Itaipú.
La obra costó 555 millones de dólares, que salieron del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem), que financia proyectos en las economías menores del grupo y del que Paraguay es el principal beneficiario.
Brasil aportó casi 400 millones de dólares directamente, la entidad binacional que gestiona Itaipú, la hidroeléctrica con mayor producción del mundo, puso casi 67 millones y Paraguay cerca de 89 millones.
En su discurso en el acto, Rousseff se centró en los beneficios del Mercosur para Paraguay, mientras que su homólogo paraguayo, Horacio Cartes, alabó la cooperación bilateral y no citó ni una vez al bloque.
Esa divergencia refleja la dinámica desde que Cartes asumió la presidencia en agosto de 2013: los países miembros del Mercosur instan a Paraguay a reintegrarse de forma plena y él calla.
El motivo es de política interna, pues para volver al Mercosur su Gobierno tendría que aceptar la presencia de Venezuela sin el aval del Congreso paraguayo.
Los otros miembros, Uruguay, Argentina y Brasil, aprovecharon el período de suspensión de Paraguay para meter al vecino del norte y saltarse finalmente el escollo del parlamento de Asunción, que había trabado la integración durante años.
La unión de los tres países vecinos hizo revivir en los paraguayos la memoria de la guerra de la llamada “Triple Alianza” (1864-1870), que constituyó un desastre para Paraguay, pues diezmó a su población y le arrebató un gran pedazo de su territorio.
Rousseff, a la que en Asunción algunos llaman la “emperatriz”, dejó de lado en su discurso cualquier consideración política y se centró en lo más tangible de la relación entre ambos países: la energía y el potencial para el desarrollo de Paraguay, con ayuda de sus vecinos.
Con la nueva línea de trasmisión, Paraguay podrá finalmente aprovechar un mayor porcentaje de la electricidad que generan las enormes turbinas de Itaipú, con la esperanza de que eso atraiga industrias, principalmente brasileñas.
En el acto, Rousseff también aseveró que su Gobierno está dispuesto a iniciar la construcción del segundo puente entre Brasil y Paraguay, sobre el río Paraná, entre Foz de Iguazú (Brasil) y Ciudad Presidente Franco (Paraguay).
La licitación de la obra, que costará de 100 millones de dólares, se abrirá en unas dos semanas, según informó posteriormente el Gobierno paraguayo.
El inicio de la construcción de la infraestructura, esencial para superar el enorme atasco del único puente existente, se ha anunciado una y otra vez por lo menos desde 2008.
A nivel económico la suspensión de Paraguay del Mercosur no ha tenido ningún impacto, puesto que el sistema de aranceles comunes se mantuvo inalterado y el flujo de comercio fue incluso superior.
El propio Fernando Lugo, cuya destitución como presidente por parte del parlamento paraguayo fue la causa de la medida contra Asunción, pidió que no hubiera sanciones económicas.
Económicamente, Paraguay está abocado al bloque. El año pasado dirigió a Argentina, Uruguay y Brasil casi la mitad de sus exportaciones, según datos de su Banco Central, y sus vecinos son su única forma de llegar al mar para exportar su enorme producción agropecuaria.
Con Venezuela también tiene motivos monetarios para entenderse. Paraguay ha solicitado al Gobierno de Nicolás Maduro la renegociación de una deuda de 300 millones de dólares que la estatal Petropar mantiene desde hace años con Petróleos de Venezuela (PDVSA), según informó esta semana la empresa paraguaya.
El presidente uruguayo, José Mujica, anunció durante una reciente visita a Montevideo de Cartes que Paraguay representará al Mercosur en las negociaciones de un acuerdo comercial con la Unión Europea. Eso pese a ser la economía más débil del grupo. Todo para convencerle de que olvide sus objeciones sobre Venezuela, quien preside el bloque este semestre, y vuelva.