Argentina, que debe cumplir con las exigencias de un acuerdo firmado el año pasado con el FMI para refinanciar un millonario préstamo concedido en 2018, arrastra una complicada situación económica marcada por la escasez de divisas internacionales, la devaluación del peso y una inflación desbordada que se sitúa en el 108% interanual.
Este asunto también fue abordado por Lula durante su primera intervención en la cumbre del G-7, en la que pidió al organismo financiero un tratamiento especial para el país gaucho.
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“La deuda externa de muchos países, que ya vivió Brasil en el pasado y hoy azota a Argentina, es causa de una alarmante y creciente desigualdad y requiere del Fondo Monetario Internacional un tratamiento que considere las consecuencias sociales de las políticas de ajuste (fiscal)”, señaló el mandatario brasileño.
De acuerdo con un escueto comunicado de la presidencia brasileña, la situación de Argentina fue discutida después, en el encuentro particular de Lula con la directora del FMI, como un asunto necesario “para el equilibrio regional de los países suramericanos”, sin dar más detalles.
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Otra cuestión abordada en la reunión fue el impacto de la pandemia de la Covid-19 en los países “más pobres del mundo”.
Tanto el presidente brasileño como la directora del organismo coincidieron en la necesidad de que los sistemas financieros de las naciones afectadas reciban fondos que ayuden en su proceso de recuperación.
Brasil, como país invitado, se incorporó hoy a la cumbre de líderes del G7 que se celebra en la ciudad japonesa de Hiroshima, junto con India, Indonesia o Vietnam, otras naciones convidadas a la cita.