Con 600.425 decesos desde el 12 de marzo de 2020, tras sumar 615 en las últimas 24 horas, según el último informe oficial, este país de 213 millones de habitantes es el segundo con más víctimas mortales después de Estados Unidos.
El país norteamericano, con una población 35% superior a la de Brasil, acaba de superar los 700.000 muertos.
Los últimos datos del Ministerio de Salud brasileño, considerados subestimados por los expertos, reportan un total de 21,5 millones de contagios desde el inicio de la pandemia y 18.172 durante las últimas 24 horas.
“La situación mejoró, pero debemos tener cautela”, dijo a la AFP Margareth Dalcolmo, neumóloga integrante del prestigioso instituto de investigación Fiocruz.
Sólo se podrá considerar controlada la pandemia cuando “se tenga el 80% de la población inmunizada”, lo que aún está lejos de ser el caso, evaluó.
Por ahora, el 71,4% de los brasileños ha recibido al menos una dosis de vacuna, pero solo 45,9% ha completado el ciclo de inmunización.
Según un estudio publicado la semana pasada por Fiocruz, el 11% de las personas que recibieron una primera dosis llegan tarde a la segunda, mientras que los ancianos comienzan a recibir una tercera inyección.
La campaña de inmunización se inició a finales de enero, varias semanas después que en Estados Unidos y otros países como Argentina y Chile, un retraso atribuido por los especialistas a la falta de anticipación del gobierno en la adquisición de dosis.
- Carnaval “sin restricciones” -
Pero la situación es mucho mejor que hace tres meses, cuando la vacunación avanzaba a tropezones y unos 2.000 brasileños morían de coronavirus todos los días.
La tasa de mortalidad diaria promedio cayó por debajo de 1.000 a fines de julio, antes de estabilizarse en alrededor de 500 durante septiembre.
Brasil aún está lejos de ver “la luz al final del túnel, la situación sigue siendo preocupante”, advirtió sin embargo Domingos Alves, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo.
Según él, Brasil no es inmune a una explosión de casos de la variante Delta, ya mayoritaria en muchas regiones del país, o a la aparición de nuevas variantes que serían resistentes a las vacunas.
A pesar de las preocupaciones de los epidemiólogos, muchas grandes ciudades, como Rio de Janeiro y Sao Paulo, continúan con su plan de volver a la normalidad. En ambas, las autoridades analizan eliminar la obligación de usar mascarillas al aire libre desde mediados de octubre.
Rio exige prueba de vacunación para ingresar, entre otros, a lugares turísticos, y la capital económica para eventos de más de 500 personas. Pero a diferencia de las normas vigentes en numerosos países europeos, el pase sanitario no es obligatorio en bares y restaurantes.
Los partidos del campeonato brasileño de fútbol volvieron a recibir público el pasado fin de semana, y el alcalde de Rio, Eduardo Paes, aseguró que los festejos de Carnaval se realizarán “sin restricciones” en febrero de 2022.
- Una gestión caótica -
Para Dalcolmo, la reanudación de la actividad a marchas forzadas podría tener “consecuencias desastrosas”.
La neumóloga critica la falta de “coordinación centralizada” de las políticas anticovid por parte del gobierno de Jair Bolsonaro, un escéptico del coronavirus que desde el inicio de la pandemia ha hecho campaña contra el distanciamiento social.
A mediados de septiembre, el Ministerio de Salud recomendó a los estados suspender la vacunación de adolescentes, que finalmente se reanudó una semana después, ante una avalancha de críticas.
Esta caótica gestión de la crisis sanitaria por parte de un presidente que aún no está vacunado ha sido escudriñada durante varios meses por una Comisión Parlamentaria de Investigación, que se espera que entregue su informe el 20 de octubre, con fuertes acusaciones contra el gobierno.
Según Alves, “al menos la mitad” de las 600.000 muertes por covid-19 podrían haberse evitado si la campaña de vacunación hubiera comenzado “dos meses antes”, porque marzo y abril de 2021 fueron los dos meses más mortíferos.
Este viernes, la ONG Río de Paz rindió homenaje a las víctimas del covid-19 al exhibir 600 pañuelos colgados en sogas en la famosa playa de Copacabana en Rio.