Según el Ministerio de Salud, se registraron en las últimas 24 horas 632 decesos, con lo cual el total de fallecidos llega a 80.120, una cifra que se duplicó en 40 días.
El número de personas contaminadas en 24 horas se incrementó en 20.257, totalizando 2.118.646, aunque los expertos estiman que esa cifra está muy infravalorada, debido a la falta de test.
Brasil, con 212 millones de habitantes, es el segundo país con mayor número de casos y de decesos por Covid-19, detrás de Estados Unidos (con 3,8 millones de casos y casi 141.000 muertos).
Desde el primer óbito en Brasil el 16 de marzo el balance tuvo un rápido incremento hasta estabilizarse a inicios de junio en más de 1.000 muertes diarias, en promedio calculado sobre los últimos siete días.
“Hay una meseta. Brasil tiene ahora la oportunidad de frenar la enfermedad, suprimir la transmisión del virus, de tomar el control” de la epidemia, dijo la semana pasada en Ginebra el responsable de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Michael Ryan.
“De hecho, tanto el número de casos como el de óbitos se mantienen en un nivel estable. El problema es que es muy alto”, dijo a la AFP Mauro Sánchez, epidemiólogo de la Universidad de Brasilia (UnB).
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Además, “la perspectiva es que esa meseta se mantenga [en ese nivel] por algún tiempo antes de empezar a bajar”, agregó Sánchez, para quien el proceso “dependerá de lo que se haga en términos de políticas públicas y de adhesión de la población”.
Las tentativas de control de la pandemia se vieron comprometidas hasta ahora principalmente por su politización.
El presidente Jair Bolsonaro lleva a cabo una campaña sin cuartel, en nombre de la supervivencia económica del país, contra los gobernadores que impusieron medidas de aislamiento.
Y la mayoría de los estados se hallan en un proceso de desconfinamiento, juzgado demasiado prematuro por los expertos.
El propio Bolsonaro contrajo el virus, sin modificar su postura desafiante ante lo que llegó a calificar de “gripecita”.
Diagnosticado hace dos semanas, el mandatario ultraderechista ejerció sus funciones en confinamiento en su residencia oficial, pero el domingo volvió a mostrarse para hacer el elogio de la cloroquina y la hidroxicloroquina como tratamientos contra el Covid-19, pese a que no existen evidencias científicas que comprueben su eficacia.
El Covid-19 afecta de manera desigual y en ritmos diferentes a Brasil, un país de dimensiones continentales.
“Debido a su tamaño, Brasil enfrenta centenas de pandemias, con algunas encaminadas hacia su control y otras que se aceleran”, apuntó un informe de modelización de la Universidad de Pelotas (UNIPel, sur).