Muchos van ya a sabiendas, por leer las reseñas y sinopsis, que en esta ocasión acompañarán a Bridget Rose Jones, la otrora treintañera soltera londinense, sí, a una nueva aventura, pero esta vez, cargada de nostalgia y dolor.
Aunque la película tiene dulces y graciosos momentos, esta comedia dramática, con tono rosa, también suma momentos de cruda realidad e incómodas situaciones que se alejan de la ingenua y fantasiosa Bridget, que empezaba el hábito de escribir un diario en el año 2001.
Y es que Jones tiene la responsabilidad de criar sola a sus dos hijos, frutos del amor con Mark Darcy, con quien finalmente sentó cabeza en Bridget Jones’s Baby en 2016, luego de tormentosos momentos vividos en Bridget Jones: The Edge of Reason (2004).
El personaje creado por la escritora británica Helen Fielding, que siempre cobra vida brillantemente en la piel de la carismática Renée Zellweger, nos pasea por diversas emociones, desde la euforia de un enamoramiento fallido hasta la depresión, tristeza y nostalgia, ante la partida de Darcy antes de tiempo en trágicas circunstancias.
Son agradables los breves momentos en los que volvemos a ver a Bridget divertirse y empoderarse, buenas nuevas actuaciones, así como ver a sus viejos amigos por momentos, pero la cinta nos deja con un sabor agridulce y nostálgico.