A diferencia de sus últimos conciertos hasta la fecha, ofrecidos en marzo, en Seúl, cuando la pandemia aún coleaba en Corea del Sur y se impidió a los asistentes cantar o siquiera levantarse de sus butacas, lo de hoy fue pasión desbocada desde el principio.
Fuegos artificiales y el impresionante estruendo de ARMY recibieron a RM, Jimin, Jin, Suga, J-Hope, Suga y Jungkook cuando subieron al escenario para abrir con un himno del 2017, Mic drop, que llegó a remezclar el estadounidense Steve Aoki.
Tras otros dos clásicos, como Run BTS y Run, fue el turno de los muchachos para dirigirse al público entre vítores.
Promocionar la Expo Busan
Jimin y Jungkook saludaron especialmente emocionados recordando que este recital se ha celebrado con objeto de promocionar la candidatura para la Expo 2030 de la ciudad que los vio nacer, Busan.
Precisamente, la poderosa voz de Jimin fue la que abrió a continuación una de las baladas más conocidas del grupo, Save me, para deleite de las 50.000 almas venidas de todos los rincones del globo —en la platea ondearon banderas de México, Colombia, Brasil o Puerto Rico— para abarrotar hoy el estadio de la Asiada y corear cada verso.
Al tratarse de una promoción para la Expo 2030, la puesta en escena de la banda surcoreana más famosa del mundo fue más directa y compacta que en otras ocasiones.
Así, por momentos lo más vistoso del espectáculo estuvo en las gradas, donde se dibujó un gigantesco mar de luz fruto de los miles de linternas que suelen agitar las ARMY y que van cambiando de color.
BOLAS DE FUEGO Y MONITORES GIGANTES
En todo caso, los siete reyes del K-Pop disfrutaron y llenaron de energía un escenario que escupió verdaderas bolas de fuego y que estuvo coronado por espectaculares monitores con la forma del logo de la banda capaces de ofrecer primeros planos de todos ellos de manera simultánea.
Siguieron cortes de sus etapas más primerizas, como Butterfly o BTS Cypher Pt.3: Killer y dos sencillos incluidos en el más reciente Map of the soul: 7, 00:00 (Zero o’clock y Ugh!.
El siguiente bloque se dedicó a tres superéxitos de masas compuestos y lanzados de 2019 a esta parte y que tienen parte o la totalidad de las letras en inglés: Dynamite, Boy with luv y Butter, ejecutadas con una calurosa cercanía y más fuegos artificiales.
Posible despedida
A la espera de que el Ministerio de Cultura surcoreano se pronuncie en diciembre para saber si los siete artistas quedarán eximidos de hacer el año próximo el servicio militar obligatorio, algo que pondría en suspenso sus carreras durante al menos 18 meses, el concierto de hoy tuvo a su vez un cierto aire de posible despedida.
Más aún desde que el pasado verano los integrantes de BTS anunciaran que se ha abierto una etapa en la que los siete van a estar más volcados a sus proyectos personales.
Hubo espacio para la era que marcaron los álbumes de la serie The most beautiful moment in life con la interpretación de Ma city (Jimin la presentó exclamando: "¡Bienvenidos a mi ciudad!”), y las muy enérgicas y espectacularmente coreografiadas Dope y Burning up (Fire), que dieron paso a uno de los temas predilectos de las ARMY: Idol.
BTS se entregó después a dos de sus canciones centradas en hablar sobre la juventud y sus vicisitudes, Young forever y Youth.
Después de que el público le cantara el Cumpleaños feliz a Jimin (quien cumplió 27 hace dos días), los siete interpretaron una de sus baladas más íntimas, Spring day, sentados en un vagón de tren de tintes nostálgicos que se instaló sobre el escenario.
Tras vaciarse sobre las tablas y despedirse de las fans con los ojos llorosos, el grupo cerró, como no podía ser de otra manera, con su último single y el tema que ha dado título al concierto: Yet to come, y su estribillo que promete que “lo mejor está aún por llegar”. Ahora mismo ese es, no queda duda, el gran deseo de las ARMY.