Eso es lo que son aquellos que desde la conducción de la mayor crisis sanitaria a nivel global creyeron que a nivel local podrían robar todo lo que podían a su paso.
No les importa la vida de nadie. Fueron a por todo. No compraron medicamentos básicos y varios acabaron en terapia intensiva, muertos o liquidados económicamente.
Sobrefacturaron los costos de los insumos, porque creyeron que a nadie les importaría en un país acostumbrado a la corrupción y la impunidad.
No tuvieron lástima de nada ni de nadie. Estos buches creen que nuestra indignación no acabará con ellos.
Esto no da más.
Estos incompetentes y ladrones son peores que las siete plagas de Egipto juntas.
Están echando a perder la vida de miles de paraguayos, burlándose de los mandatos de la hora y despreciando la gravedad del momento que les ha tocado a administrar.
Se burlan de nosotros, creyéndose chamanes ñanandy para afirmar que en la compra de las vacunas les falló “su intuición indígena”, para darse cuenta que los países no tienen amistades sino intereses.
Ingenuidad torpe. Inacción criminal. Se burlan todos de nosotros, incluso el mediocre representante de la OPS/OMS, Roberto Escoto, quien inventa una y mil excusas para no cumplir con el contrato de provisión de vacunas.
El canciller Acevedo, lo máximo que ha podido es llamarlo “Señor Escroto”. Hasta ahí pueden llegar estos buches.
Esto es un bucherío inmenso. Nunca se han juntado tantos y en medio de la tormenta mostrado sus limitaciones criminales.
Son unos corruptos, porque han dejado de hacer lo que debían. No cuidaron la vida de miles de compatriotas, como se juramentaron hacerlo.
Son unos criminales manejando la hacienda pública, egoístas al grado sumo y codiciosos al punto de robarse la vida de sus compatriotas.
Estos no deben tener perdón.
Este es un Gobierno criminalmente mediocre que mantenerlo puede acabar en un genocidio. Su presidente no se anima a emitir palabra alguna, por temor a que la mandíbula se le caiga.
Sus voceros ocasionales -buches como él- terminan por sepultar cualquier racionalidad que se le ponga enfrente.
Los cartistas, sus cómplices y compañeros de ruta, pretenden simular que no son parte de un gobierno sin altura moral ni capacidad ética para enfrentar esta pandemia devastadora. La misma que quedará en la historia como la peor que tuvo el país en manos de unos rejuntados inútiles y ladrones a los que no les importa la vida.
Robos, incapacidad de gestión, malgasto de recursos, pésima distribución de capacidades, codicia y voracidad están dejando una profunda grieta en esta sociedad desigual, injusta y pobre.
Los buches nos están devorando. Se agavillaron y operan a cielo abierto. Esquilman a un pueblo miserable puesto en cuarentena, lo aíslan para decir que algo hacen en medio del colapso sanitario más grande cuando en realidad les importa un carajo la vida de nosotros.
Son unos criminales que simulan ser un gobierno, cuando de verdad constituyen una banda organizada para robarnos la ilusión, la esperanza y el porvenir.
Deben saber estos buches, que ni vacunas saben comprar, que no los olvidaremos. Cada uno será recordado en directa relación con una pandemia que solo desnudó las peores lacras de este país. Ellos no son nosotros.
Estos buches son en realidad todo lo que deberíamos despreciar y escupir como paraguayos.