27 abr. 2025

Buen libro para una mejor economía

Analista. José Carlos Rodríguez dice que la Justicia es un gran desafío. Sin ella, “no puede haber ni economía en serio”.
José Carlos Rodríguez, Sociólogo

Dardo Ramírez

Crecimiento y desarrollo es un trabajo académico para académicos y para no académicos. Obra del protagonista de una política económica no partidaria. De un estadista y estudioso que se ocupó del tema durante toda su vida. Desde el doctorado hasta la cátedra, y desde la cátedra hasta la conducción de la política económica de dos gobiernos. Que supo capitanear la adversidad de un Estado en situación de cuasi default. Que superó una crisis climática local y una crisis económica mundial, en un país, David que venció al Goliat que enfrentó. Que lo logró sin empobrecer a los pobres, mejorando la vida de aquellos que más lo necesitaban, para reiniciar y sostener el desarrollo y la ciencia, en medio de las tormentas. Un libro de historia escrito por quienes hicieron historia.

LA ECONOMÍA DE VERDAD

El libro Crecimiento y desarrollo económico en Paraguay, de Dionisio Borda y Manuel Caballero, que acaba de aparecer (Cadep-Conacyt-Pro-ciencia, 2020; disponible en: bit.ly/cadep-crecimiento-desarrollo-py), se refiere a la economía, a la sociedad y a las políticas económicas del Paraguay (1961-2018); a su pasado y a su presente, a sus posibilidades y a un posible futuro; a los costos de un mejor futuro, a los daños remanentes del pasado y, también, a sus legados auspiciosos.

Para los autores, la economía del periodo estudiado tuvo tres épocas. Una primera desarrollista, de expansión de la frontera agrícola e Itaipú, por sus íconos más conocidos (1960-1982), que fue también una época autoritaria. Una segunda época de transición, de privatizaciones y de crisis, después de los intentos contracíclicos que no pudieron obtener su cometido (1982 - 2003). Y, una tercera época de crecimiento (2003-2018), más autónomo, pero excluyente, que ahora se está agotando.

La economía que acá se piensa no es solo la del crecimiento, de la quimera del oro, del paraíso fiscal o de la plata fácil para pocos, sino la economía de la prosperidad compartida. El capital más importante es la gente o capital humano. Eso es, educación, salud, vivienda y medioambiente sano. Las instituciones son fundamentales. Son el contrato social que garantiza la continuidad del crecimiento y de los valores de la sociedad que permiten la entropía social en el mediano y largo plazo.

DEL DICHO AL HECHO

El ex ministro de Hacienda de dos gobiernos, arquitecto de la recuperación económica del país a inicios del siglo XXI, investigador del Conacyt, profesor de la Facultad de Economía (UNA), doctorado en Massachusetts-Amherst, presenta con uno de sus colaboradores el libro más completo sobre la historia reciente de la economía paraguaya, con prospectiva y con propuestas.

Como está de moda entre economistas reconocidos, Borda, para hacer buena economía, debe salir de la disciplina y hacer economía política (y social). Y, como también se estila, aunque este trabajo haya sido pensado en el laboratorio académico y desde la soledad del estadista, no está escrito (solo) para la academia ni para los encumbrados; aunque bien les vendría su lectura. Pero –siendo una propuesta de prosperidad compartida– el libro es para la ciudadanía. Para la gran mayoría que lo merece, lo necesita y puede materializarlo usando la autodeterminación democrática establecida en nuestras leyes y en nuestro sistema electoral. Puede votar bien, por el bien común, más allá del clientelismo, por transitar los senderos del desarrollo. La inversión es siempre un sacrificio. Pero el costo del subdesarrollo es más grave, por más tiempo y para más personas.

REGRESO AL FUTURO

Borda y Caballero dejaron un rato el mundo de los cálculos para regresar a lo que de verdad importa. A la ciencia de las necesidades, del trabajo, de la calidad, de la justicia redistributiva, de las instituciones, del balance de la riqueza, de la democracia y del estado de derecho. El PIB importa menos que la vida de la gente, de toda la gente: Sirve a la gente.

Esta es una ambiciosa síntesis científica y práctica, con un lenguaje accesible, de lo que fuimos y somos, y de lo que debe hacerse y evitarse, escrita sin colores de partido por uno de sus protagonistas. Borda fue ministro de Hacienda del coloradismo y del Gobierno que batió electoralmente al coloradismo. Entró y salió haciendo lo correcto. Y se lo conoce y reconoce por ello. El libro es la obra de alguien que lo hizo bien, que lo piensa bien y con disciplina. Que demostró, además, que se puede ser tesorero del Estado del Paraguay sin corromperse. Que se puede administrar el Tesoro de la República con rigor ético, sin codicia ni avaricia y con altruismo. Que demostró que la integridad resulta un buen negocio no solo para uno, sino para todos.

Un ejemplo que recuerda a muy pero muy pocos, como a Eligio Ayala, el ministro de Hacienda que con inteligencia y conducta provisionó los medios para la victoria del Chaco. Ahora se trata de derrotar también a adversarios, pero sin armas. Derrotar la desigualdad extrema y la pobreza, conquistar la excelencia y la igualdad: El desarrollo.

Tiempo de infortunios y de cambios

Según los autores, al tercer ciclo se le está agotando el tiempo, ya no hay un superboom de materias primas, ya son pocos los recursos del capital natural que consumir (sobre todo, las selvas) y no hay mañana si no potenciamos los verdaderos motores de la prosperidad, que son la diversificación, las instituciones y el desarrollo del capital humano.

Al país le toca elegir. Repetir el extravío del infortunio que Roa Bastos aludió un día o, al contrario, superarse con un rigor fecundo, como lo proponen Borda y Caballero. Todo tiene lugar en una era de agobio por la peste mundial o pandemia, con una crisis mundial y local, con viejos problemas, pero también con éxitos y con alternativas. Pero –como se puede leer en el último capítulo del libro reseñado– las crisis pueden ser también parteras de las oportunidades y del coraje para cambiar el mal conocido por un bien desconocido. Apúrope manté (solo en apuro), en el ñe’ênga de nuestras abuelas, ocurren los actos que cambiaron la historia.