31 mar. 2025

Buena cabeza

Centrodelantero goleador y de buen juego aéreo, Darío Jara Saguier fue el primer integrante de la dinastía familiar que le dio a Cerro triunfos y títulos.

Un centenar de niños espera con ganas la prueba que realiza Olimpia para elegir jugadores para sus divisiones menores. Transcurre 1946 y el entusiasmo de la mayoría contrasta con la desazón de un trinidense que había llegado al club acompañando a un amigo que lo animó a presentarse.

“Acá no voy a tener oportunidad”, pensó Darío Jara Saguier y decidió volver a su casa y decirle a papá Críspulo que lo fichara en Rubio Ñu, el club de barrio, el que había fundado con otros jóvenes veinteañeros en 1913.

El destino lo llevó al año siguiente al club rival, Cerro Porteño, luego de jugar en la Intermedia con el club albiverde en 1946.

En plena Revolución del ’47 llegó a Cerro, porque ese año no hubo fútbol de Intermedia.

Con la azulgrana debutaría ese mismo año cuando varios jugadores de Cerro integraron la Selección que jugó el Sudamericano de Guayaquil, lo que obligó a apelar a los jóvenes de la Cuarta Especial.

La consolidación en Primera se produjo en 1949 en el partido decisivo para definir el Torneo de Honor en un desempate contra Olimpia.

Darío marcó el tercer gol, el del triunfo definitivo del Ciclón contra el tradicional rival.

TÍTULO Y MUNDIAL. En 1950 ganó el campeonato con Cerro y fue titular en la Selección que disputó el Mundial de Brasil.

Un desgarro y el temor a perder su puesto en el Banco de la Nación Argentina lo dejaron fuera de la Albirroja campeona, en Lima, en 1953.

Pero volvería a ser campeón con Cerro, en 1954, ya como capitán de equipo y acompañado por sus hermanos Enrique y Ángel.

En el Ciclón jugó hasta 1960 y terminó su carrera jugando por General Caballero, Rubio Ñu y Herrera, de Guarambaré.

Fue la cabeza de la dinastía familiar que hasta hoy es símbolo azulgrana.