18 mar. 2025

Bullying o acoso escolar, tema a tener en cuenta

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upsocl.com.

Empezaron las clases y muchos padres y madres, así como estudiantes deben afrontar una situación desagradable, la problemática siempre preocupante del acoso escolar o bullying en las instituciones, aún en los primeros días de escolaridad.
Pero ¿qué es el bullying? El psicólogo Richard Salerno explica que “es un tipo de violencia que puede expresarse como maltrato psicológico, verbal, físico o social, que se genera en el ámbito escolar, entre estudiantes, de manera reiterada, sea en el aula, patio o cualquier espacio dentro del colegio”.

También existe la variante del maltrato sistemático a través de las redes sociales y se lo denomina ciberacoso .

ALGUNOS SÍNTOMAS DE BULLYING O ACOSO ESCOLAR.png

Entre las características de los abusadores, detalló Salerno, “en ocasiones, físicamente son más grandes que los demás, pueden ser socialmente influyentes hacia los demás compañeros, aunque suelen ser personas inseguras que necesitan ocultar intimidando y controlando a otros”.

Las historias clínicas de los abusadores o bullies encuentran con mucha frecuencia que estas personas también fueron víctimas de abuso por parte de familiares y/o figuras de crianza, e incluso por otros niños, son personas que tienen dificultades en otros aspectos de sus vidas, como problemas familiares, académicos, incluso sintiéndose rechazados por sus padres y maestros.

Tuvieron modelos de crianza basados en la agresión y el maltrato, también, en otros casos, no recibieron una educación basada en el respeto y la empatía, siendo muy consentidos y sin límites.

Algunos especialistas agregan además la influencia que ejercerían los videojuegos violentos y modelos negativos que transcurren en las redes.

Suele presentarse entre estudiantes que comparten el espacio escolar, pudiendo ser del mismo grado o de diferentes grados académicos.

QUÉ EXPERIMENTAN LAS VÍCTIMAS

Las víctimas presentan ciertas características, detalladas a continuación.

Los niños que sufren acoso escolar experimentan un sufrimiento que afectará su desarrollo social, emocional y académico.

Dependiendo de algunos factores, como la edad, el tiempo de duración del maltrato, características de personalidad y el nivel de apoyo que pudiera recibir, las víctimas podrán sufrir secuelas más o menos graves a nivel físico y mental.

“Nos referimos concretamente a síntomas de depresión, ideación suicida, trastornos de estrés postraumático, somatizaciones, etc.”, detalla Salerno.

El acoso escolar es un problema “tan serio” que muchos de los afectados viven atemorizados, sintiéndose solos, creyendo que son insuficientes, con la autoestima quebrada, sin ganas de ir a la escuela y perdiendo total interés hacia actividades que antes le resultaban divertidas.

¿EXISTE UN PROTOTIPO DE VÍCTIMA?

Aunque es deleznable cualquier tipo de abuso y maltrato a cualquier persona, de cualquier edad, etnia o características de cualquier tipo, se observan algunas características en casuísticas (estudios de casos). “Muchos niños/as víctimas de acoso escolar podrían ser más pequeños que los otros niños o adolescentes, o ser más grandes, con ciertas características físicas llamativas, podrían pertenecer a una minoría étnica, presentar algún rasgo al hablar, caminar, etc.”, señala el psicólogo.

Muchas víctimas de bullying no tienen amigos, están solos, aislados. Pueden presentar niveles altos de ansiedad, altibajos emocionales, accesos de ira, rabietas, llantos, malestares físicos como frecuentes dolores de cabeza, vientre, buscando con ello, evitar ir a la escuela.

Pueden sentirse con temor a pasar por situaciones donde serán aislados y hasta avergonzados en público.

PREVENCIÓN DEL BULLYING

Existen protocolos que indican cómo intervenir con las personas, sus entornos familiares y escolares para sensibilizar sobre la temática, proveyendo información y una red de contención a la cual recurrir.

Se debe buscar la promoción, desde las escuelas y colegios, de una comunicación directa, respetuosa, asertiva y empática entre directivos, docentes y alumnos, a modo de facilitar la comunicación de posibles maltratos y abusos, evitando con ello, la invisibilización de relaciones abusivas.

Fomentar la participación de las familias en espacios de diálogo, donde la escucha activa, la empatía y la comprensión, son esenciales para construir vínculos de confianza.

Es necesario identificar al abusador y que esa conducta pueda ser rechazada, incluso por el grupo de pares, para que la presión social se ejerza sobre las conductas negativas y no sobre las víctimas.

Será necesario, además, la ayuda a la víctima para que desarrolle las habilidades para hacer frente a situaciones de maltrato.

En este caso, la asistencia psicológica será muy importante, el empoderamiento de la víctima es siempre una herramienta útil, de la mano de la terapia psicológica.

La práctica de deportes, actividad física, artes marciales, música, etc., puede incidir en el fortalecimiento del autoconcepto y sentimientos de valía personal.

Los abusadores también necesitarán acompañamiento psicoterapéutico.

Las edades más frecuentes de bullying se dan entre los 13 y 15 años, pero no está exento a presentarse en otras franjas etarias.

VIOLENCIA GENERALIZADA

Para el psicólogo Richard Salerno, el acoso escolar o bullying es una de las “tantas formas de violencia que existen en nuestra sociedad” y a su entender, la violencia “se ha generalizado, a tal punto que se naturalizaron distintas formas de expresarla”.

Se observa no solo la violencia física, sino también la psicológica, económica, moral, la violencia contra la mujer, el acoso laboral, la violencia física contra las féminas que llega a veces a feminicidio, la violencia física contra los niños en el hogar, etc.

“Se generalizó, se naturalizó, se normalizó. Entonces, hay que entender que el bullying es una de las tantas formas como se expresa la violencia en una sociedad violenta”, opinó.

La dificultad de detectar la violencia escolar, considera Salerno, “es porque muchas veces no sucede en forma de violencia física, sino se da en forma de violencia psicológica a través de difamación, burlas, rumores contra la persona o a través del aislamiento”.

Por ejemplo, sistemáticamente, un grupo aísla a la víctima, instando a que los demás “no se junten con ella y eso hace que la persona aislada crea que ella misma tiene algún tipo de problema y se avergüenza incluso de denunciar los hechos”.

En muchos casos de bullying, la víctima que de por sí desarrolla baja autoestima como consecuencia de la situación, “también, tal vez proviene de una familia donde recibe algún tipo de maltrato; entonces, puede ser, que crea que es su culpa todo lo que le ocurre y le avergüenza hablar de la situación. En muchos casos, la persona víctima de bullying cree que es incapaz de defenderse y le avergüenza sentir esa incapacidad”.

Otra posibilidad del silencio es que la víctima piensa que no recibirá protección y que si realiza la denuncia la situación se agravará.

Se da una falta de confianza en las autoridades del colegio y en los padres.

En otras ocasiones, los actos de violencia y actos de acoso expuestos son “minimizados”, por la familia o las autoridades, y como muchos de ellos se dan en la adolescencia, se resta importancia aludiendo a que son caprichos u ocurrencias propias de la edad.

También se debe tener en cuenta que existe la posibilidad de “falsos positivos, es decir, no cualquier conflicto entre personas, entre niñas, niños, adolescentes significa que sea un caso de bullying porque también tenemos muchas veces situaciones extremas, opuestas donde dos menores tienen un conflicto y ya acusan de que hay bullying”.

En el bullying, una de las partes debe sentirse “vulnerable e inferior ante la otra y el acoso debe ser sistemático y debe tener una duración mínima de dos semanas de duración, donde una de las partes se siente vulnerable y no puede defenderse ante la otra. El acoso puede ser de un individuo o de un grupo de individuos contra una persona”, refiere el profesional.

Los casos de acoso a veces son solapados y eso hace que las autoridades no los perciban y pueden pasar desapercibidos, hasta que ya las secuelas emocionales de la víctima, en general, emocionales, son muy graves y a veces fatales.

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