Un día después de una jornada caótica en la que los reyes de España y el presidente del Gobierno fueron recibidos con insultos y bolas de barro por una población desesperada e iracunda en una de las localidades afectadas en la región de Valencia, la prioridad sigue siendo la localización de los desaparecidos y la identificación de los cadáveres. La Agencia Estatal de Meteorología, la Aemet, dio un respiro al asegurar que la “crisis meteorológica” sobre Valencia había terminado, pero la preocupación se desplazó al norte, hasta Barcelona, bajo una alerta roja.
Las lluvias torrenciales en Barcelona llevaron a cancelar el tráfico de trenes de cercanías, anular o retrasar medio centenar de vuelos y demorar la circulación del tren de alta velocidad entre la ciudad y Madrid.
Impresionantes imágenes, muy compartidas en redes sociales, mostraban vehículos varados en una autopista anegada cercana a la capital catalana.
Aemet descontinuó la alerta roja a las 13:00 GMT. Las torrenciales lluvias que provocaron riadas de lodo el martes pasado han dejado al menos 217 fallecidos, la casi totalidad de ellos (213) en Valencia, en el este. Tres personas murieron en la vecina Castilla-La Mancha y una más en Andalucía.
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Las autoridades advierten que el número de víctimas seguirá aumentando ante la cifra indeterminada de desaparecidos.
“Una incógnita terrible”
Una de las mayores preocupaciones es el estacionamiento subterráneo de Bonaire, el centro comercial de Aldaia, una localidad de 31.000 habitantes en las afueras de Valencia.
“Ahora mismo el centro comercial está devastado en la parte superior. Y la parte inferior es una incógnita terrible. No tenemos la certeza de lo que vamos a encontrar”, afirmó a la televisión pública TVE el alcalde de Aldaia, Guillermo Luján.
En los últimos días, los militares, que participan en el rescate, han instalado numerosas bombas para achicar el agua.
Los buzos lograron entrar en el estacionamiento, pero al final de la mañana la policía informó que no se han encontrado cuerpos en los primeros 50 vehículos inspeccionados.
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En las localidades más afectadas por las inundaciones, la población muestra angustia e irritación, con calles todavía bloqueadas por pilas de automóviles o muebles que arrastró la corriente y zonas aún sin electricidad ni señal telefónica.
“Nací aquí, y lo he perdido todo”, dijo a AFP con la voz quebrada Teresa Gisbert, una mujer de 62 años en Sedaví, una localidad de 10.000 habitantes al sur de la ciudad de Valencia.
En su vivienda, una línea oscura a más de un metro de altura recuerda hasta dónde trepó el agua el martes.
“Decían ‘alarma por agua’, pero tenían que haber dicho que era una riada”, lamenta esta mujer, quien como muchas otras personas se quejan de la tardanza en las alertas lanzadas a la población el día de la catástrofe.
Día de furia
La rabia quedó plenamente visible el domingo, cuando los reyes de España, Felipe VI y Letizia, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y el jefe del gobierno de la región de Valencia, Carlos Mazón, fueron recibidos con gritos de “asesinos” y lanzamiento de bolas de barro, palos y otros objetos en Paiporta, un municipio valenciano duramente golpeado.
En medio de la tensión, Sánchez fue evacuado y Mazón se retiró poco después, pero los reyes, con la ropa y el rostro manchados de barro, se quedaron un rato intentando dialogar con la gente, protegidos por sus guardaespaldas que fueron zarandeados constantemente.
Finalmente se retiraron del lugar y cancelaron la visita a otra localidad dañada.
El ministro de Transportes, Óscar Puente, reconoció al canal La Sexta que fue “un error” haber organizado esta visita sin tener en cuenta “la indignación que se iba a encontrar la comitiva”, cuando todavía Paiporta, donde murieron al menos 70 personas, busca desaparecidos y sigue empeñada en limpiar sus calles.
Debido al mal estado de las carreteras y al día lluvioso, las autoridades mantuvieron este lunes las restricciones de circulación en varias vías de la región de Valencia, donde los colegios permanecerán cerrados.
Fuente: AFP.