EFE
Washington
El presidente de EEUU, George W. Bush, visitó ayer la frontera con México, donde instó al Congreso a que apruebe este año un plan de trabajadores temporales, dentro de una reforma migratoria bipartidista que evite errores pasados.
“Este problema (de la inmigración ilegal) ha crecido durante décadas y los esfuerzos del pasado para responder al problema han fracasado”, dijo Bush durante una visita a Yuma, una desértica ciudad en la frontera suroeste del estado de Arizona.
La reforma migratoria, sobre la que el Congreso comenzará a trabajar a mediados del mes próximo, “es un asunto de interés nacional, y es un asunto del que estoy profundamente convencido”, dijo Bush, quien prometió promulgarla en cuanto la reciba.
Pero ese es precisamente el reto que afronta Bush, debido a los enfrentamientos que mantiene con el Congreso por la guerra en Irak y el despido de ocho fiscales el año pasado.
Además, muchos republicanos insisten en que una reforma migratoria que permita la legalización de indocumentados es sinónimo de “amnistía”.
PROFUNDA DIVISIÓN. En su búsqueda de equidad y justicia para los indocumentados, por un lado, y de respuestas viables para las necesidades del mercado laboral estadounidense, por otro, el Congreso sigue igual de dividido sobre el tema que el año pasado.
Para salir a flote, cualquier reforma requerirá de al menos 60 votos en el Senado y de una mayoría simple en la Cámara de Representantes.
La presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, busca que al menos 70 republicanos de ese órgano apoyen la reforma, lo que requerirá la intervención de Bush, según analistas.
Para evitar los fracasos del pasado, dijo el presidente, se requiere una reforma que frene de veras la inmigración ilegal, lo que ejerce fuertes presiones sobre las escuelas, hospitales, cárceles y demás servicios de los gobiernos locales y estatales.
Por ello, pidió una reforma que incluya entre sus objetivos la seguridad fronteriza, un programa de trabajadores temporales y responsabilizar a las empresas por las personas que contraten.
También quiere que la reforma dé una respuesta a los indocumentados que ya residen en EEUU y promueva la integración social de los inmigrantes.
Acompañado de varios congresistas republicanos estatales y federales, Bush subrayó la importancia de aprobar una reforma migratoria que fortalezca la seguridad fronteriza y saque de la sombra a millones de inmigrantes indocumentados en este país.
Dudan del proyecto del presidente
El discurso del presidente George W. Bush en Arizona, parecido a muchos que ha dado sobre la inmigración, impresionó poco a los grupos pro-inmigrantes como el Foro Nacional de Inmigración (NIF) y el Instituto Manhattan, que le exigen una mayor inversión personal y de capital político para lograr la reforma migratoria.
“No hacen falta más discusiones; es hora de que comience el trabajo en serio. Le pedimos al presidente que su visita a Yuma sea el punto de partida” para que el Congreso apruebe la reforma este año, señaló la NIF en un comunicado.
Los activistas rechazan un plan migratorio que elabora la Casa Blanca junto con líderes republicanos, y que el sábado sacó a las calles a miles de manifestantes en Los Ángeles (California).
Entre otros elementos de ese plan, cada indocumentado tendría que pagar unos 13.500 dólares para tramitar la residencia permanente y no podría gestionar visas para sus familiares.