El dato, tomado de una investigación realizada por la organización Somos Anticorrupción Paraguay y la Coordinadora de Abogados del Paraguay, brinda una idea básica de lo que le cuesta al país no enfrentar decididamente la corrupción, asumiendo que son muchos más los casos que no se llegan a detectar.
Coincidentemente, la corrupción ha sido el tema principal de la mayoría de las homilías pronunciadas en las celebraciones religiosas durante la festividad de la Virgen de Caacupé, que llega a su punto central hoy, 8 de diciembre, Tupãsy Ára, en la extraordinaria modalidad Covid, sin asistencia física de los multitudinarios fieles, como en otros años.
Las fiestas de Caacupé constituyen el mayor púlpito que la Iglesia Católica paraguaya utiliza para hablarles tanto a los ciudadanos como a las autoridades de los tres poderes del Estado, canalizando el clamor de los fieles que obispos, sacerdotes y religiosos recogen en sus diócesis y comunidades. Es, por lo tanto, una voz legítima que debe ser tenida en cuenta.
Con algunas excepciones, las prédicas en Caacupé 2020, desde el inicio del novenario hasta la festividad central, han puesto el acento en el tema de la corrupción. “El virus de la corrupción es causa de grandes males para el Paraguay, pues carcome los recursos que son esenciales para el desarrollo integral y el bienestar de la gente”, afirmó el obispo de Villarrica, Adalberto Martínez.
Recibí las noticias en tu celular, unite al canal de ÚH en WhatsApp“No podemos permitir que ningún compatriota pase hambre, cuando la tierra que habitamos es una tierra generosa, capaz de producir miles de toneladas de carne y grano. Necesitamos unos de otros para unir nuestras fuerzas, dones y talentos para combatir la corrupción generalizada en todos los estamentos de la sociedad”, dijo el reverendo Carlos Medina, vicepostulador de la Causa de Canonización de Chiquitunga.
El obispo del Vicariato Apostólico del Chaco, monseñor Gabriel Escobar, pidió castigos ejemplares para aquellos que “se aprovechan en sacar el pan de la boca de los más pobres, con sus hurtos y robos de guantes blancos”, exclamó. Igualmente, pidió a los fiscales y jueces a que no se vendan al mejor postor: “Esto es muy triste, porque el pobre no sabe a quién recurrir. ¡Qué tristeza, qué dolor!”.
El obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, aseguró que los actos de corrupción que se mantenían más en lo subterráneo salieron a relucir aún más con la pandemia, lamentando que muchos se aprovechen de la crisis para robar los recursos públicos, cuando tantos otros padecen necesidad.
Sin descuidar los demás problemas relacionados, los gobernantes y políticos deben prestar oídos al clamor ciudadano expresado a través de los religiosos en Caacupé y buscar soluciones efectivas para cortar este flagelo que sigue coartando las posibilidades de desarrollo y de mejor vida para todos.