Su homilía estuvo marcada por una fuerte crítica de las desigualdades sociales, la corrupción y el abandono de los sectores vulnerables, al destacar que la clase política vive “una vida principesca”, mientras el pueblo enfrenta carencias en servicios básicos, como salud, educación y transporte.
Desde el inicio de su mensaje, Escobar destacó el sufrimiento del pueblo paraguayo, especialmente en regiones históricamente olvidadas, como el Chaco: Puerto Pinasco, Puerto Casado, Fuerte Olimpo y Bahía Negra, donde los pueblos originarios, como los Ishir y los Ayoreo, ‘‘viven luchas constantes por una vida digna”.
El obispo no escatimó en palabras al cuestionar los privilegios de los gobernantes y legisladores. Afirmó que muchos de ellos “son jueces y partes” en decisiones que benefician a sus propios intereses. “Viven con sueldos jugosos, viáticos excesivos, asignaciones especiales, seguros vips, mientras el pueblo debe realizar polladas, tallarinadas y pancheadas para cubrir los gastos de salud de sus familiares. El seguro médico del pobre es la venta de asadito o polladas’’, denunció.
Abandono. Escobar calificó como un “calvario” el acceso a servicios básicos. “En los hospitales públicos no hay medicamentos y la atención es un sacrificio para los más necesitados. Esto refleja un abandono total del pueblo por parte del Estado”.
El sistema de transporte público también fue blanco de sus críticas. El líder religioso lamentó que los trabajadores deban “soportar largas colas y reguladas frecuentes”, lo que afecta a la calidad de vida de las familias paraguayas. “¿Cómo podemos esperar que un país progrese si los paraguayos duermen menos, pasan menos tiempo con sus familias y enfrentan un pésimo servicio de transporte?”, cuestionó.
También hizo un llamado a la inversión en educación y salud. Destacó que estas son las claves para romper el ciclo de la pobreza y el analfabetismo. “Si queremos un país que realmente progrese, necesitamos apostar por una educación integral, gratuita y de calidad, además de garantizar una atención en salud pública que llegue a todos, especialmente a los más vulnerables. Sin esto, estamos condenando a generaciones enteras al abandono”.
En cuanto al acceso a la tierra, Escobar recordó la lucha de más de 25 años de los habitantes de Puerto Casado por obtener la titularidad de las tierras que ocupan. “Exigen ser dueños de su propia tierra. Como paraguayos, tienen derecho a vivir dignamente. No podemos permitir que una secta o cualquier interés externo avasalle lo que les pertenece por justicia”, subrayó, refiriéndose al conflicto con la Secta Moon.
Ante lo expuesto, señaló la falta de voluntad política para atender los problemas estructurales del país. “¿Qué están haciendo nuestras autoridades para garantizar una vida digna a todos los paraguayos? ¿Dónde está la respuesta a las necesidades más urgentes de la población? Es tiempo de actuar con responsabilidad y compromiso”, reclamó.
Jubileo. A pesar de sus duras críticas, el representante de la Iglesia ofreció un mensaje de esperanza, alentando a los fieles a vivir como verdaderos “peregrinos de la esperanza”.
Inspirándose en el lema del Novenario y el contexto del Jubileo 2025, recordó que este tiempo especial, que comenzará con la apertura de la Puerta Santa en Roma el 24 de diciembre, es una oportunidad para renovar la fe y el compromiso cristiano en todas las áreas de la vida.
“La esperanza no defrauda. Aunque los tiempos sean difíciles, debemos mantenernos vigilantes y confiados, porque el mal nunca tendrá la última palabra”, afirmó e instó a los fieles a enfrentar desafíos con valentía.
Asimismo, animó a los presentes a mirar a María Santísima como modelo de fortaleza y fe. “Ella, que enfrentó críticas y rechazos, nos enseña que con fe y esperanza podemos superar cualquier adversidad. Como cristianos, estamos llamados a construir un país mucho más justo, donde las nuevas generaciones puedan vivir con dignidad”, expresó y pidió a la Virgen de Caacupé que interceda por los paraguayos tanto dentro como fuera del país.
Imagen gigante que “irradia esperanza” es atracción de fieles en Capital Espiritual
Empezó el Novenario de la Virgen de Caacupé y la Villa Serrana recibió una gran cantidad de feligreses para participar de las distintas celebraciones litúrgicas.
Desde tempranas horas de ayer, cientos de peregrinos caminaron hasta la Basílica de Caacupé para cumplir sus promesas a la Santa Madre y en esta ocasión, los visitantes asistieron a la inauguración de la nueva escultura de la Virgen de 9 metros ubicada a metros del Tupãsy Ykua.
La imponente obra de arte fue hecha por el escultor caacupeño Ricardo Núñez. En el emotivo evento participaron autoridades nacionales, la banda de músicos de la Policía Nacional y jóvenes del Ballet Folclórico de Caacupé que realizaron varios bailes tradicionales en honor a la Virgen.
El obispo de la Diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, bendijo a la imagen de la Virgen de los Milagros de Caacupé y brindó un mensaje de esperanza para los fieles.
“Nos encontramos delante de esta preciosa imagen para que ella irradie esa esperanza que tanto necesitamos en estos momentos. La imagen toca muy hondo nuestro corazón”, refirió el religioso.
Por otro lado, para el 8 de diciembre se espera la inauguración de la imagen gigante de la Virgen de Caacupé, que tendrá 12 metros de altura y será ubicada atrás de la Basílica, en donde estaba la rotonda que fue demolida ayer dar más espacio a los fieles.
procesión. Posteriormente, a las 10:30, se realizó el traslado solemne del Anda con la imagen de la Virgen hasta Tupãsy Ykua en una caravana de vehículos y luego se realizó la procesión con Los Heraldos, quienes llevaron el Anda de la Virgencita Azul.
Al mediodía se realizó la Liturgia del Ángelus y finalizó con un colorido lanzamiento de globos, como símbolo de los sueños y oraciones de la comunidad.
El día de hoy bajo el lema La paz, la Justicia y la comunión como signos de la esperanza, se dará inicio a la santa misa, a las 07:00, a cargo de Mons. Joaquín Robledo.