El presbítero Pedro Maidana, administrador diocesano de la Diócesis San Juan Bautista de Misiones y Ñeembucú, en la misa dominical de Caacupé, reflexionó sobre la misericordia como fundamento de la santidad y que este es el mensaje central de Jesús, quien nos llama a vivir con un corazón bondadoso y compasivo.
“Jesús nos dice: ‘Sean misericordiosos como el Padre es misericordioso’. De este modo, Jesús da un nuevo fundamento a la Ley de Dios”, se explayó.
En ese sentido, acotó que Jesús “propone otro estilo de santidad que no se refiere al cumplimiento y observancia perfecta de la ley”, sino que dice “que la santidad viene de la misericordia”. Es decir, tener un corazón misericordioso.
“Por lo tanto, santo no es simplemente cumplir la ley, respetar la ley. Santo para Jesús es aquel que es misericordioso. Por lo tanto, cambia el acento en este sentido porque ser santo no es lo que hacemos”, prosiguió.
Seguidamente, señaló que la misericordia es una cualidad del corazón y ser misericordioso no significa “tener un corazón bondadoso, compasivo, tierno, atento, lleno de amor”.
El religioso sostuvo que no podemos permanecer indiferentes o distantes al dolor, al sufrimiento, a la desgracia, a la necesidad del pobre.
“Si uno ama realmente al pobre, hará todo lo posible por aliviar, remediar, ayudar, socorrer, asistir, tender la mano al pobre”, aseveró, y resaltó la importancia de tener un corazón dispuesto a reconocer y valorar a las personas que están frente a nosotros.
“Pensemos en los pobres que encontramos, ¿cuál es su historia? Lo primero que necesitamos tener en cuenta es que ellos necesitan ser amados antes de recibir cualquier ayuda, cualquier asistencia”, aconsejó.
Entonces, mencionó que “quien tiene un buen corazón” será capaz de ver la pobreza de todos.
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“Hay muchas personas que están en una situación de pobreza, de desdicha, de insatisfacción, de angustia, de opresión, de abandono, de infelicidad”, puntualizó.
“Ser misericordioso implica ver y reconocer la pobreza en todas sus formas, ya sea material, emocional y espiritual”, agregó.
Explicó que la misericordia no es un simple acto de ayuda, sino un compromiso con el semejante, un amor que transforma.
El poder del perdón
“Nos encontramos con muchos rostros de la pobreza, entre ellos, los de personas en situación de calle, el afligido por sus errores, el que nos hirió con sus palabras o acciones”.
“Ante aquella persona que me robó, hirió, lastimó o decepcionó, la tengo que querer y amar, porque tengo que reconocer que es una persona débil, una persona frágil, vulnerable”, aconsejó.
En ese sentido, refirió que debemos trabajar en la actitud y en nuestro corazón “para poder amar al enemigo y aprender a perdonar”.
Durante su homilía, también comentó que hace un año fue designado como administrador diocesano de la Diócesis San Juan Bautista de Misiones y Ñeembucú, y que su diócesis no cuenta con un obispo.
“Nuestra diócesis no cuenta con un obispo en estos momentos y ese es el pedido que traigo a la Virgen de Caacupé, que tengamos el nombramiento, la designación de un nuevo obispo”, exclamó.