Joseph Joël John, de 52 años, compareció por la mañana ante un tribunal federal de Miami (Florida) para escuchar la sentencia. Vestido con un uniforme marrón de preso y engrilletado, se dirigió a la corte en francés para explicar que no había querido matar a Moïse, sino llevarlo ante la justicia haitiana por su mala gestión al frente del país.
Cuando los demás conspiradores decidieron asesinar al presidente, él no pudo echarse atrás por miedo a morir, aseguró ante el juez Jose Martinez.
“Magistrado, apiádese de mí", le dijo, antes de pedir perdón a los allegados de la víctima y al pueblo haitiano por un “crimen odioso que jamás debería haber ocurrido”.
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John se había declarado culpable en octubre de proporcionar vehículos y otros recursos para el magnicidio, además de reunirse varias veces con los otros conspiradores, tanto en Haití como en el sur de Florida.
El hecho de que parte de la trama se urdiera en Florida es lo que llevó a la justicia de Estados Unidos a reclamar jurisdicción sobre este caso, por el que ha arrestado e imputado a 11 personas.
John es el tercer condenado en el país norteamericano por el asesinato. Antes que él, Rodolphe Jaar, un empresario haitiano-chileno, y Germán Rivera, un oficial retirado del ejército colombiano, recibieron este año sentencias de cadena perpetua.
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El 7 de julio de 2021, un comando de mercenarios colombianos asesinó a tiros a Moïse, de 53 años, en su residencia privada de Puerto Príncipe sin que intervinieran sus guardaespaldas.
Según la Fiscalía estadounidense, dos directivos de una empresa de seguridad de Miami planearon secuestrar a Moïse y sustituirlo por Christian Sanon, un ciudadano haitiano-estadounidense que quería ser presidente del país caribeño.
El objetivo de esos instigadores -el venezolano Antonio Intriago y el colombiano Arcángel Pretel Ortiz- era firmar contratos lucrativos con un futuro gobierno liderado por Sanon, también inculpado en Estados Unidos.
Al no conseguir secuestrar a Moïse, los conspiradores decidieron matarlo. Haití ha detenido a 17 personas por el asesinato, según el Miami Herald, pero ninguna de ellas ha sido acusada formalmente.
El pequeño país, considerado el más pobre de América, se ha hundido en un caos profundo desde la muerte de su presidente. Bandas armadas controlan el 80% de Puerto Príncipe, y delitos violentos como los secuestros, los atracos a mano armada y los robos de coches se han disparado.
Las autoridades no han celebrado ninguna elección desde 2016 y la presidencia está vacante desde el asesinato de Moïse.
Fuente: AFP.