Se trata de José Ángel Ruiz Díaz (53), considerado el líder del Clan Caber, que tendría el dominio de la comercialización de crac, marihuana y cocaína al menudeo en la zona de Altos.
Según la investigación de la Senad, el detenido “lidera el negocio del chespi en Altos, pero opera a las órdenes del Clan Rotela”.
Los antecedentes señalan que “casi todos los hijos de Ruiz Díaz ya están presos por narcotráfico”. El inmueble ya fue allanado en tres ocasiones por los antidrogas y esta fue la cuarta, que estuvo encabezado por el fiscal Benjamín Vera.
El operativo se realizó en una vivienda del barrio Tucanguá, donde funcionaba un foco de distribución.
De acuerdo con la investigación, José Ángel Ruiz Díaz estaba siendo objeto de seguimiento por un equipo de inteligencia de agentes especiales de la Senad, quienes también alertaron sobre otros delitos promovidos desde el foco de consumo. Una imagen que manejaban los antidrogas muestra a varios integrantes del Clan Caber posando para una foto con armas de fuego en mano.
Durante la requisa en la vivienda, los intervinientes se incautaron de unas 35 dosis de crac, una gran cantidad de tocos de marihuana y varias porciones de cocaína.
El operativo se llevó adelante en medio de otros procedimientos recientemente realizados por los agentes de la Senad y del Departamento Antinarcóticos de la Policía Nacional, que busca erradicar el avance del microtráfico en zonas conflictivas, desde donde operan grupos marginales como el Clan Rotela y el Primer Comando Capital (PCC).
Además, las autoridades de seguridad buscan poner fin a una violenta guerra desatada desde hace un tiempo entre ambas pandillas por el dominio territorial de la comercialización de drogas al menudeo. La disputa sangrienta ya se cobró varias vidas, incluso la de terceras personas que no tienen nada que ver con el conflicto.
Comunidades enteras, como los pobladores del Bañado Sur, el barrio Ricardo Brugada o la zona conocida como Pantanal, en el barrio San Isidro de Lambaré, afirman vivir en zozobra ante los constantes enfrentamientos a tiros que se producen en las calles por parte de integrantes de estos clanes.
Otro punto crítico de estos terribles hechos es la formación de menores de edad en el servicio a los grupos criminales. Una vez adentro, los pequeños se inician a temprana a edad en la adicción e, incluso, el sicariato.