06 jul. 2024

Caer en picada y sin protección

El derrotero del Paraguay viene dando brincos traumáticos y atraviesa vendavales difícilmente salvables, con saldos que afectan al bolsillo de la gente, que en última instancia es la que paga más caro por la ineficiencia estatal, cuyos administradores siguen mirando hacia otro lado y no priorizan las políticas públicas en favor de la mayoría.

Una extensa lista de padecimientos podría comenzar por la falta de respuesta sobre lo que se hará de manera estructural a fin de solucionar la acuciante falta de líquido vital para las comunidades chaqueñas, ya que el frustrado acueducto solo exhibe inoperancia y gasto multimillonario mayor a los USD 100 millones, todo para que no funcione la megaobra en la que depositaba esperanza el 3,5% de la población total del país.

Sumemos el creciente nivel de ultraviolencia e inseguridad que tiene en vilo a todo hijo de vecino que sale de su casa de madrugada, se cuelga de un micro que puede destartalarse en el camino, y retorna al hogar con temor a ser asaltado en cualquier instante, toda vez que no quede en fuego cruzado cuando los amigos de lo ajeno “visitan” algún comercio del que pretenden extraer la mayor cantidad de efectivo, a punta de pistola y quizá cobrándose alguna víctima fatal.

Ni hablemos de las intensas lluvias de temporada, con su manto de riesgo latente por encontrar a conductores virtualmente víctimas de los aparatosos raudales que no perdonan y generan el reino del sálvese quien pueda, porque la infraestructura de las principales ciudades no se encuentra aún acorde para enfrentar inclemencias del clima.

La ralentización del circulante, producto de las enormes deudas heredadas por la actual administración (principalmente en obras de infraestructura y farmacéuticas) genera una espiral más de incertidumbre, ya que al no continuarse con el engranaje de empleos en los principales generadores de trabajo, el dinero no se mueve y tampoco se derrama al resto de la economía, de cara a las compras findeañeras.

A tono con lo anterior, a la oferta local le resulta todavía imposible competir con los precios del otro lado del río, destino mayoritario de la gente que busca su conveniencia y saca ventaja al ingresar al país cantidad y calidad desde Clorinda, amén del contrabando rampante, frente al que las instituciones encargadas luchan como pueden.

La aún tímida maquinaria para generar los 500.000 empleos prometidos por el Gobierno actual, en cinco años, da a considerar que si no fuera por las ferias organizadas, todo se gestará a cuentagotas y ni se podría llegar a la mitad de esa cifra macro, porque tampoco están dadas las condiciones si no se orientan inversiones importantes en el sector privado.

Se habla de alcanzar el grado de desarrollo y algunos referentes se llenan incluso la boca con tal posibilidad, pero el engranaje social, jurídico y político presentan un panorama poco alentador para destacar puntos a favor de ese anhelo, que permitirá un mayor nivel de inyección de capitales, para navegar mejor el barco.

Su capitán y la principal tripulación todavía están levitando, no pisaron tierra y sus prioridades son los viajes, apagar incendios provocados por los escándalos en nombramientos irregulares, fraudes y todo el abanico de corrupción del cual no se puede salir de la noche a la mañana. Es primordial ajustar los esquemas, con el fin de que no haya privilegios absurdos y atroz división de clases con algunos que acceden a las mieles del disfrute, mientras otros recorren hospitales sin cobertura coherente o generan polladas y rifas para cubrir los costos de su tratamiento, ninguneados por un poder anquilosado y sin prejuicios.

El destino nacional es aún errático y pulula el descontento generalizado. No sabemos hasta cuándo la población aguantará que continúen las burlas. La interrogante se centra en saber cuánto más hay que seguir aceptando esta caída en picada.

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