EFE
Si desaparecieran de inmediato esos contaminantes fósiles y otros, la temperatura de todos modos crecería dos o tres grados Fahrenheit, o hasta 1,5 grados Celsius, durante los próximos 80 años, según el “sofisticado análisis” de Robert Pincus, de la Universidad de Colorado en Boulder, y Thorsten Mauritsen, del Instituto de Meteorología Max Planck, en Hamburgo (Alemania).
Según ambos científicos, el calentamiento ya generado tendría que ser resuelto en menos de 15 años para evitar consecuencias irreversibles.
“Es crítico entender este ‘recalentamiento ya generado’ porque nos indica a nosotros y a los legisladores cuánto tiempo nos queda, con los actuales niveles de emisión, antes que el planeta sobrepase ciertos niveles de calentamiento”, sostuvo en un comunicado Pincus, científico en el Instituto Cooperativo de Investigaciones de Ciencias Ambientales (Cires).
Pincus advirtió de que se está cerrando “la ventana de oportunidad” para detener el recalentamiento en 1,5 grados Celsius.
Ambos expertos precisaron que si antes de terminar el año se dejaran de usar combustibles fósiles y otros contaminantes, la temperatura en 2100 sería probablemente dos o tres grados Celsius por encima que la temperatura actual, ya que los océanos no podrán ayudar a impedir ese recalentamiento sino solo parcialmente.
A la vez, existe un significante riesgo que no se pueda evitar que la temperatura suba más de 1,5 grados Celsius antes de finales de siglo por encima de la temperatura que existía antes del inicio de la era industrial.
“Nuestros cálculos se basan en cosas que ya han sucedido y que podemos observar, y eso apunta a una advertencia futura que ya se ha generado por las emisiones pasadas”, indicó Mauritsen.
El científico es especialista en el diseño de modelos a largo plazo de los efectos de cambios climáticos debido al derretimiento del gelisuelo (hielo permanente) por las emisiones de gases por parte de los humanos.
El estudio, publicado en la revista especializada Nature Climate Change, no se basa en modelos de computación, sino en observaciones directas de cambios climáticos y en el estudio de la capacidad de los océanos para absorber carbono y de las partículas flotando en la atmósfera.