También piden facilitar el acceso ágil y adecuado a financiación destinada al sector, con tasas preferenciales accesibles, con plazos de 2 a 3 años y con un año –el inicial– de gracia para el pago.
“Desde el primer momento de las disposiciones emanadas del gobierno ante el Covid-19, la industria editorial las ha acatado con el entendimiento que en estas circunstancias eran y son las más apropiadas y necesarias. La industria editorial lleva 41 días viendo como sus ingresos se han visto disminuidos, primero, y caído a niveles catastróficos luego, como nunca antes. Con todo, la industria editorial ha mantenido la calma y tomado recaudos para salvaguardar la salud y el empleo de sus colaboradores. Sin embargo, en estos momentos la industria necesita ser atendida y aunque nos duele decirlo, ser socorrida”, señala la nota.
Mecanismos. Además de solicitan la adquisición de libros, textos escolares y materiales educativos en especial por el Ministerio de Educación y Ciencias, la Secretaría de Cultura, gobernaciones y municipalidades; con la finalidad de distribuirlos entre la población más vulnerable del país. “Las editoriales nos comprometemos en diseñar guías didácticas para docentes y sobre todo, familias para facilitarles el uso de estos materiales”, dicen y agregan que la lectura representa una de las mejores actividades para permanecer en los hogares, fomentar el desarrollo intelectual de las personas y fortalecer los lazos familiares. “El libro es pilar fundamental en la educación y la cultura de nuestro pueblo”, sostienen.
Las Cámaras del Libro de nuestro país cuentan con 54 entidades asociadas, más de 700 empleados directos, alrededor de 1000 empleados indirectos, y miles de personas y familias que cuentan con pequeñas o medianas librerías o puestos de venta de materiales educativos que han quedado sin fuentes de ingreso. “De persistir la situación que hemos descrito, las empresas editoriales y librerías se quedarían a fines de este mes de abril imposibilitadas de cumplir con sus obligaciones como empleadoras, con las nefastas consecuencias de verse obligados a la cesantía laboral de sus empleados, a la suspensión de las actividades o incluso al cierre”, manifiestan.
Agregan que la situación afecta a toda la cadena de valor de la industria editorial, incluyendo a un número elevado de escritores, autores, editores, diseñadores, ilustradores, correctores, diagramadores, traductores, imprentas, distribuidores y elementos que conforman la logística operativa del libro. “De suceder esto, la industria editorial estará ineludiblemente engrosando el problema socioeconómico del país”.