El titular de Capasa explicó que a pesar de que el funcionario decidió devolver el 75% del monto sustraído, el Ministerio Público seguirá con sus averiguaciones, ya que no se descarta la implicancia de otros miembros de la institución en el hecho.
“Hemos logrado que se hayan regresado los G. 200 millones el pasado jueves. La suma ya fue depositada en el banco y tenemos el compromiso de recuperar la cifra restante. El faltante lo detectamos gracias a un arqueo sorpresivo de caja. La apertura de la caja fue por medios no convencionales. Creemos que hay otros funcionarios implicados”, señaló.
El funcionario destacó el rápido accionar del Ministerio Público tras la denuncia realizada por las autoridades de la empresa y afirmó que uno de sus objetivos es “eliminar un sistema de podredumbre”.
“Con este tipo de auditoría, estamos molestando a mucha gente. Estamos destruyendo roscas que están desde hace 14 años. Solo extirpando tumores de corrupción la institución irá para adelante. Estamos seguros de que esto no lo hizo una sola persona”, expresó.
CRISIS. Ocampos habló además sobre las condiciones en las que encontró la institución y las acciones realizadas durante su gestión. Al respecto, comentó que encontró la empresa con pérdidas millonarias y varias demandas.
“Esto lo encontramos en una situación lamentable, con 30.000 millones de pérdidas y 40 demandas todas perdidas, no se pagaban el agua, la luz, teníamos teléfonos cortados. Este era un gigante maltratado. Era como un crack malherido al que le limpiamos las heridas”, expresó.
Respecto a la situación actual, el titular de la marca paraguaya aseguró que las ventas crecieron en 500% y se logró posicionar nuevamente a la marca Aristócrata en los supermercados de todo el país. “Estamos recuperando la confianza, cambiamos la imagen de nuestros productos y salimos con los rones”, comentó.
José Ocampos explicó que la empresa estatal cuenta con 198 operarios que trabajan en fábrica, pero se da empleo a unos 30.000 cañeros de los departamentos de Caazapá, Guairá e Itapúa
“Nuestra mano de obra es orgánica, es a mano, se hacen trabajos usando carretas. No podemos encender un motor diésel como el sector privado por los costos que supone y por el impacto social que es inmenso”, explicó.