La mujer fue encontrada sin signos de vida y con una herida profunda alrededor del cuello, presuntamente causada por un cuchillo de mesa, que fue encontrado a unos escasos cuarenta centímetros del cuerpo.
Tras el hallazgo del cuerpo, se confirmó que el sospechoso, quien prestaba servicios en la Comisaría de Tuparendã, pero está de vacaciones, se dio a la fuga hacia la frontera con Argentina. Sin embargo, gracias a un trabajo de inteligencia y la intervención del subjefe de la Comisaría de Tuparendã, el oficial fue convencido de regresar a Paraguay para ponerse a disposición de la Justicia.
Al ser aprehendido, el oficial confesó a sus camaradas haber matado a la joven, admitiendo que había planificado el crimen tras supuestamente descubrir una infidelidad.
Según su propia declaración, la mañana del crimen se dirigió a la terminal donde la joven llegó desde la zona de Coronel Oviedo. Allí la interceptó, la tomó del cuello y consumó el horrendo hecho. Posteriormente, se mantuvo escondido por varias horas, hasta que intentó escapar hacia la Argentina, pero fue persuadido por su jefe para que se entregue.