06 oct. 2024

Caraduras

Son frecuentes estos personajes corruptos que han desarrollado un rostro pétreo ante las evidencias de hechos ilegales, cambios de partidos, justificaciones humorísticas e insultos a la razón.

Surgen como mecanismo de respuesta ante las evidencias de haber evadido más de 70 millones de dólares y con muestras desde la Contraloría que acumularon todo tipo de delitos. Quieren usar el Tribunal de Cuentas para saltarse por encima los hechos y para ganar tiempo mientras Asunción se sumerge en el abandono y la bancarrota. Los que prestaron el dinero y quizás lo sigan haciendo, apuestan por la quiebra para reclamar ser pagados con los terrenos de la franja costera.

Vivimos en un momento de franca ruptura y los caraduras pretenden ganarnos por cansancio.

En el Municipio asunceno, el cara rota de Nenecho Rodríguez convoca a sus cómplices de la Junta Municipal para representar un pukarã (género folclórico de rango menor) donde hablar de las bondades de la onda verde semafórica o las obras en plazas desconocidas mientras todos se preguntan: ¿dónde están los 70 millones de dólares? El caradura parte del concepto que la vergüenza ya no es ningún freno para detener sus actos de corrupción. Tiene varios aliados en ese campo y se recuesta en ellos cuando de validar sus acciones corruptas se trata. Todos, de alguna manera, dicen que si el significativamente corrupto acusado de varios delitos de tremendo peso puede ser el presidente de facto y hacer formar colas para saludarlo en su cumpleaños, no hay nada igual o peor que deba ser admitido como algo absolutamente normal por estas tierras. Han sido eficientes los caraduras a las acusaciones porque lograron en casi un año de mandato de Peña colocar en segundo plano el alto costo de los alimentos y la difícil situación de los que sobreviven con el salario mínimo o menos. El escenario de representación es variado y amplio. Hay senadores que no terminaron la secundaria, pero presidieron el Jurado de Enjuiciamientos; están los tránsfugas de varios partidos, incluido el último: el menonita Penner, los integrantes de la fauna de Paraguayo Cubas y los colorados arrodillados ante el impacto del dinero en su comportamiento político. Es una obra decadente ciertamente, donde solo falta que el gerente nombre cónsul a su caballo y queme Roma tocando la lira.

Los caraduras entretienen mientras sus socios roban a manos llenas. Peña, mientras tanto, culpa en su reporte al Congreso que su antecesor del mismo partido colorado le dejó un país en ruinas y que le cuesta mucho levantarlo. Al concluir, reconoció que no está satisfecho con los resultados de su gobierno. La caradurez es sello de este gobierno y mientras carezca de resultados y la gente viva peor requerirá de más actos burdos que representan esta ópera bufa a la que decidieron convertirla en marca de su gobierno.

La caradurez debe ser reemplazada por un activismo social mucho más intenso.

Es sorprendente que ningún grupo cívico asunceno se manifieste en contra del robo de 70 millones de dólares. Los ladrones caraduras pueden llegar a creer que el pueblo se acostumbró al robo y que debe continuar el latrocinio.

Es hora de identificar y castigar a los caraduras. A los que burlándose de la gente insultan su razón y agreden su dignidad.

Esto no puede seguir más de la misma manera. Los caraduras, como el tango Cambalache, pueden habernos superado en agravios, pero jamás tendrían que imponer su lógica mientras nos roban la ilusión de un país digno, honesto y decente.

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