En la misa realizada en la Catedral Metropolitana, el arzobispo mencionó que lo hecho en estos días previos solo serán ritos vacíos si no hay una verdadera conversión y cambio radical en cada uno.
Puntualizó que muchas personas que se declaran cristianos públicamente, asistiendo a misa y cumpliendo con los ritos de la Iglesia, tienen un comportamiento distinto en sus vidas privadas y públicas.
“Actúan con total falta de escrúpulos, mienten o roban sin pudor, dictan leyes y sentencias injustas en desmedro de los más débiles y en sus decisiones evidencian el desprecio por los valores morales y éticos”, sentenció.
“Los ciudadanos necesitan tomar conciencia, desde su condición de bautizados, que no pueden ignorar ni deben tolerar o participar, activa o pasivamente en los hechos de corrupción”, agregó.
Enfermedad. En su sermón de Vigilia Pascual, Martínez recalcó sobre el daño que la corrupción causa en el país. La describió como una enfermedad diagnosticada en nuestro país como letal, que amenaza y daña el cuerpo social.
Además, daña el equilibrio social de convivencia. Instó también a pensar en quienes son víctimas de la corrupción y su sufrimiento. Esas son personas concretas, con nombre y apellido y una identidad precisa. La corrupción en abstracto no nos conmueve, observó.
“La corrupción mata; cuando mueren niños sin terapia intensiva; cuando personas enfermas deambulan mendigando para solventar tratamientos y medicamentos, y mueren sin remedio; cuando no existen fondos para políticas públicas de protección social que abandona a su suerte a los ancianos”, detalló.
También afecta cuando no son destinados a los recursos para las personas en situación de discapacidad, para las comunidades indígenas, campesinas, a los drogadependientes, a los que están hacinados en las cárceles.
“La impunidad ampara y fomenta la corrupción. La corrupción inclina la balanza de la Justicia, donde el dinero pesa más que la dignidad, la fama y la inocencia de los acusados, sentenciados y condenados por intereses egoístas, sin tener en cuenta sus derechos humanos”, enfatizó el cardenal paraguayo.
Los bautizados que ocupan cargos de responsabilidad en el manejo de los recursos privados y públicos, los procedimientos de licitaciones; que deciden sobre la vida, los bienes y la libertad de las personas, deben ajustar su conducta y sus acciones a los valores de la integridad.
También a la decencia, la honestidad, la justicia, la verdad, el respeto irrestricto a la dignidad de la persona humana y al principio del bien común, instó.
condena la violencia. En la misa de la Vigilia Pascual, monseñor Ricardo Valenzuela pidió pensar en el amor enfermo que se transforma en violencia hacia las mujeres. También habló de los feminicidios.
Un problema casi del maligno, porque es aprovecharse de la debilidad de alguien que no puede defenderse, sólo puede parar los golpes.
“Es humillante, muy humillante, es una herida que nos concierne a cada uno”, dijo.
Uno de los hechos que ponderó el cardenal Adalberto Martínez durante la homilía de anoche fue la gran presencia de jóvenes en la Pascua Joven. Según dijo, fueron días intensos en que los jóvenes tuvieron la oportunidad del encuentro personal con Cristo y que despierta en ellos el fuego del compromiso para ser testigos de la Resurrección. Los jóvenes son la esperanza de que otra sociedad es posible. Les alentamos a seguir adelante”, expresó el primer purpurado paraguayo, solicitó acciones solidarias.