Esto lo dijo durante la homilía de la misa dominical en la Catedral Metropolitana, basándose en las lecturas del Evangelio que contrasta la figura del escriba, representante de los poderosos, con la de una humilde viuda que, desde su pobreza, ejemplifica el sacrificio y la devoción sincera.
Martínez se refirió a los “cristianos de gua’u” (hipócritas), quienes buscan los asientos de honor en sinagogas y los primeros puestos en banquetes y ser reverenciados en la calle, pero en realidad “le sacan al pobre todo lo que pueden”. A estos individuos, el cardenal los describió como personas que “rezan mucho y tienen sus propios templos pomposos”.
DESPIADADOS. Sostuvo que ‘‘no hay peor robo y corrupción que aquel que se hace a costa de los necesitados’’, y recordó que Jesús advierte contra estos comportamientos, destacando que tales acciones recibirán un castigo doloroso.
Además, criticó la tendencia a competir y buscar reconocimiento personal, señalando que esta tentación afecta incluso a la Iglesia y otras instituciones como escuelas, colegios, capillas, cooperativas.
‘‘También está una gran tentación para la Iglesia, donde existen esas jerarquías. Esta no es la Iglesia de Jesús, que es aquella donde miramos a Jesús arrodillado delante del discípulo’’.
Asimismo, Martínez instó a los fieles a rechazar el abuso de poder con la tiranía y a construir relaciones basadas en el diálogo y el respeto, tanto en la Iglesia como en el hogar y la comunidad.
Reiteró que la verdadera ofrenda agradable a Dios proviene de un “corazón humilde, compasivo y solidario” y exhortó a los fieles a cuidar la dignidad de cada persona, y a centrar sus energías en apoyar a los más vulnerables, recordando que el verdadero templo de Dios reside en la comunidad y en la vida de cada ser humano.
Obispo critica ostentación y figuretismo usando la fe
Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé, también condenó la ostentación y el desprecio hacia los pobres en su homilía dominical en la Basílica de la Virgen de los Milagros, exhortando a la comunidad cristiana a cultivar la humildad y la generosidad verdadera de Jesús.
Siguiendo la lectura del domingo, las vidas opuestas de la viuda y el escriba, el obispo recordó que Jesús desenmascara a quienes aprovechan la fe para elevar su propio estatus.
‘‘Rezan haciendo ostentación de largas oraciones. Se sirven de Dios para proclamarse que es como los defensores de su ley. Y esta actitud de superioridad y de vanidad les hace llevar a despreciar a todos aquellos quienes cuentan con poca cosa o se encuentran en una posición económica con desventaja, como es el caso de esta pobre viuda’’.
Valenzuela destacó que la viuda ofreció dos pequeñas monedas, ‘‘todo lo que tenía’’, sin esperar reconocimiento. “Dios no mide la cantidad, sino la calidad. Él escruta el corazón y observa la pureza de las intenciones’’.
Para el obispo, la verdadera caridad se hace no con lo que te sobra, sino con lo que es necesario y recordó a la comunidad que el amor a Dios implica servir a los hermanos más necesitados sin esperar nada a cambio. ‘‘Nosotros no sabemos el nombre de esta pobre viuda, no conocemos su nombre, pero sí su corazón y eso es importante para Dios’’.
La tentación por el deseo de aparentar o figuretear, y de contabilizar nuestros gestos de generosidad, cuando estamos demasiado interesados en la mirada de los demás es otro punto señalado por el obispo. ‘‘Nos va a hacer mucho bien a nosotros, nos va a ayudar a despojarnos de todo lo que es superficial, superfluo, para ir a lo que realmente sí importa y a permanecer siempre humildes’’.
Recordó que estamos llamados a dar enseguida, sin reservas, algún talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros objetivos personales o de grupo de manera egoísta.