Instó a los fieles a recordar que, incluso en los momentos más oscuros, “la luz que brilla en las tinieblas no puede ser apagada por el pecado”, destacando el nacimiento del niño Jesús como esa esperanza.
Esto, lo expresó durante la homilía de la misa de Navidad que se celebró ayer en la Catedral Metropolitana.
Martínez empezó su prédica reflexionando sobre el mensaje universal de amor que trae el nacimiento de Jesús. ‘‘Él se hace niño, tierno e indefenso, para inspirarnos seguridad. Nace entre pastores humildes para decirnos que nunca estamos solos, que tenemos un pastor que vence nuestros miedos y nos ama sin excepción’’.
Recordó que la Navidad es un momento de celebración, pero también de profunda reflexión. ‘‘Es cierto que esta fiesta nos llena de alegría, pero no podemos ignorar que también nos trae recuerdos de tiempos difíciles y de personas que ya no están con nosotros. Es una fecha de nostalgia, pero también de gratitud y renovación espiritual’’, dijo.
También reflexionó sobre las sombras que oscurecen el horizonte de la humanidad, mencionando conflictos, injusticias y actos que dañan la dignidad de las personas. ‘‘Hay manos que hieren como Herodes, que buscan eliminar vidas inocentes. Manos sicarias que se alquilan y venden para gatillar muertos. Manos asalariadas para engendrar la desaparición o la extinción de la vida humana en el vientre materno, con o sin leyes’.’
Además, lamentó las ‘‘manos sicarias que manipulan tableros digitales para lanzar misiles, metrallas y proyectiles de muerte y dinamitar vidas humanas’’.
A pesar de estas realidades, el purpurado enfatizó que la Navidad nos ofrece un mensaje transformador de esperanza porque el Niño Dios viene al mundo como un pastor que vence nuestros miedos, nos ama sin excepción y nos muestra el camino hacia la redención por lo que instó a actuar como instrumentos de paz y amor, sacudiéndonos de las comodidades y los adormecimientos.