El tráfico de influencia, el soborno, las maniobras ilícitas para obtener dinero como el narcotráfico, el robo al Estado, la apropiación ilegal de tierras y el sicariato fueron los temas abordados por el cardenal Adalberto Martínez, arzobispo de Asunción.
Esto, durante la misa presidida ayer en la Catedral Metropolitana que tuvo como tema central la parábola del administrador astuto y poco honrado. En la ocasión se recordó a los católicos que Jesús los invita a elegir claramente entre él y la corrupción.
El purpurado dijo que toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento. ‘‘Si se devolviera todo lo que se ha robado, creo que no habría hambre en el país’’.
Recordó a políticos y empresarios que retener deliberadamente bienes, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia y la necesidad de la gente, exige la reparación de esta injusticia con la restitución de lo robado en proporción a su responsabilidad.
El arzobispo también hizo referencia al sicariato y a las tierras apropiadas ilegalmente y recordó que hay campesinos asesinados en el contexto de las riñas por las tierras.
Por su parte, monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé, también reflexionó en su homilía sobre la corrupción que empieza con algo poco como ser una propina, después se pasa al soborno y luego ya se deseará comprar su alma.
También dijo que la corrupción produce adicción y genera pobreza, genera explotación, sufrimiento y esclavitud. ‘‘Cuántas víctimas de esta difusa corrupción son esclavos, incluso entre la adolescencia y otros, perdieron lastimosa y lamentablemente la vida’’, manifestó.
Instó a los fieles a convertirse en artesanos de la justicia para poder abrir un horizonte de esperanza, ‘‘para esta sociedad de hoy tan caracterizada por la intolerancia y la violencia”. DB