Los negocios son la continuidad de la guerra con otros métodos. Y al igual que la guerra, con el transcurso de la fuerza civilizadora estos se volvieron menos sanguinarios y, supuestamente, más éticamente humanos. Hasta que la oferta es muy tentadora y las ganancias suculentas... Allí se vuelven a perder los parámetros morales y los ataques son feroces y sin contemplación.
La oportunidad hace al ladrón y también a ciertos empresarios, mucho más en un país como el nuestro en que la ley se ajusta a las circunstancias del momento.
Y en este mismo momento la gran oportunidad es la importación de carne del Brasil.
De acuerdo con informaciones periodísticas, la diferencia de precios entre el mercado brasileño y el paraguayo es de 30%, en contra de la producción paraguaya. La carne brasileña es casi un dólar por kilo más barata que la nuestra.
El resto es hacer sumas y restas, y el negocio brilla por sí solo. Pero tampoco es una cosa excepcional; cada tanto los países limítrofes brindan ganancias inesperadas al empresariado nacional; en muy distintos rubros y gracias a los buenos oficios de los delincuentes que manejan la administración de Aduanas.
El pecado del Frigorífico Concepción es estar algo flojo de papeles.
Pero no son los únicos peces en este río de aguas turbulentas. Varios protagonistas ocultos tiene esta historia. Ellos miran escondidos para ver qué queda después del vendaval y qué ventaja sacar.
El frigorífico pillado in fraganti es de capital brasileño y su peso es enorme en nuestro mercado. Saborear aunque sea un poco de esa torta incita el hambre a más de un comensal del empresariado vernáculo. La sangre aún no llegó al río, pero la baba generada por algunos paladares locales, sí llegó.
En su defensa arguyen los brasileños que el ingreso de la carne abaratada hace que disminuya el precio de la carne prémium a nivel local. Y eso estaría molestando a referentes internos del negocio.
En verdad, de un tiempo a esta parte hay señales alarmantes de problemas entre los productores y los faenadores. La calidad del producto paraguayo es extraordinaria y hay recelos porque la avidez de algunos está poniendo en peligro décadas de trabajo.
Hay otro punto que sustenta el hecho de que no estamos ante un simple episodio de contrabando. La situación les costó el puesto al titular del Ministerio de Agricultura y al de Aduanas. Semejante movida a meses de acabar el gobierno demuestra que acá hay escondido algo realmente gordo y podrido.