“Hay una sorpresa a la noche, una carta personal del papa Francisco a vuestro obispo Catalino (Claudio) Giménez”, anunció Ariotti en la misa central de Caacupé.
El representante del Vaticano en Paraguay leyó parte de la carta enviada por el Sumo Pontífice, pero se guardó el diálogo de “hermano a hermano” dirigido al obispo de la diócesis de la Villa Serrana.
El anuncio deja con expectativas a los miles de feligreses que llegaron hasta la Basílica a pesar de las constantes lluvias. Es probable que la sorpresa se revele en la misa prevista a las 19.00, que será presidida por el presbítero Bonifacio Romero, rector del Santuario de Perpetuo Socorro.
Francisco recordó en el documento los méritos del religioso paraguayo, quien este 22 de diciembre cumple 25 años de vida sacerdotal. Se desempeñó en Argentina como vicario de una parroquia de Buenos Aires “y este mismo país, mi querido país, fuiste asistente del instituto en Córdoba y Mendoza”, refiere la carta.
De regreso a Paraguay se desempeñó como rector del Santuario de Schoenstatt en Asunción, y también presidente de la Federación de Institutos Seculares, entre otros cargos designados en su momento por Juan Pablo II.
También valoró su trabajo en la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), como del consejo permanente provida y profamilia, pero también resaltó su desempeño como obispo. “Durante el gobierno de la diócesis de Caacupé, trabajaste con todas tus fuerzas por la salvación de tus fieles y sobre todo los amaste y te siguieron el clero, el pueblo fiel de Caacupé, movido por la fiel piedad hacia nuestra señora de los Milagros, centro espiritual mariano del Paraguay en tu iglesia”, indicó.
“Por el jubileo de plata de tu diócesis, recibe el testimonio de amor y paz y con la intercesión de los santos del cielo, de San Roque González de Santacruz y con la protección de la reina del Paraguay, la Virgen de la Asunción, que el mismísimo Dios te custodie providente y clemente te robustezca, enriquezca con abundantes y elevadas gracias”, agrega el Papa en el escrito leído por el nuncio.
Como de costumbre, Francisco se despidió con un pedido: “Recen por mí".