Esta fue la jornada más mortífera de violencia transfronteriza en Líbano desde que Hezbolá, poderoso actor político y militar del país, abriera un frente con Israel hace casi un año, tras el inicio de la guerra en la Franja de Gaza, en apoyo a su aliado islamista Hamás.
Al menos 492 personas, “entre ellas 35 niños y 58 mujeres” murieron en los bombardeos de este lunes en el sur y el este de Líbano, y otras 1.645 resultaron heridas, indicó el Ministerio de Salud libanés.
El ejército israelí afirmó que un “gran número” de miembros de Hezbolá murieron durante el día, sin dar cifras.
En un video, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, recomendó a los libaneses “alejarse de las zonas peligrosas” mientras el ejército termina su “operación” en el sur del país y en el Valle de la Becá, en el este.
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Su homólogo libanés, Najib Mikati, denunció un “plan de destrucción” contra su país, y llamó a la ONU y a los “países influyentes” a “disuadir” al gobierno israelí de esta “agresión”.
En este sentido, Francia solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para llamar a las partes a que “desescalen la situación y eviten una conflagración regional que sería devastadora para todos”.
“Es una catástrofe, una masacre”, declaró a AFP Jamal Badran, médico del hospital del Socorro Popular en Nabatiye, una ciudad del sur de Líbano.
“Los bombardeos no paran, nos han bombardeado mientras trasladábamos a heridos”, contó.
Presas del pánico, miles de familias huyeron de las zonas bombardeadas, según el Ministerio de Salud.
Fotógrafos de AFP observaron importantes atascos en los alrededores de Sidón, una gran ciudad del sur del país, debido a los centenares de autos que intentaban abandonar la zona.
El ejército israelí indicó que había “golpeado más de 1.600 objetivos” durante la jornada en esta operación que bautizó como “Flechas del norte”.
También anunció un ataque en Beirut que, según una fuente próxima a Hezbolá, iba dirigido contra el comandante para el frente sur del movimiento islamista, que afirmó encontrarse “bien” y en un “lugar seguro”.
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Por su parte, Hezbolá aseguró que lanzó “decenas de cohetes” contra dos bases de Israel “en respuesta a los ataques del enemigo israelí”, tras haber apuntado contra otros tres objetivos por la mañana.
Al final de la tarde, las sirenas de alarma sonaron en la ciudad de Haifa, en el norte de Israel, en cuyas inmediaciones impactaron por primera vez algunos cohetes el domingo.
“No tengo miedo por mí, sino por mis tres hijos”, comentó Ofer Levy, un funcionario de aduanas de 56 años, vecino de Kiryat Motzkin, en el norte de Israel. “Ningún país puede vivir así”, añadió.
Los duelos de artillería entre Hezbolá y el ejército israelí se multiplicaron desde las explosiones de bíperes y walkies-talkies utilizados por miembros de Hezbolá, atribuidas a Israel, de la semana pasada, que dejaron 39 muertos y casi 3.000 heridos en bastiones de la milicia en Líbano, según las autoridades.
El viernes, un ataque israelí en los suburbios del sur de Beirut mató a 16 miembros de la fuerza de élite de Hezbolá, entre ellos su líder, Ibrahim Aqil.
Irán, aliado de Hezbolá, advirtió el lunes a Israel de “las consecuencias peligrosas” que tendrán sus ataques en Líbano, y el movimiento islamista palestino Hamás denunció una “agresión salvaje”.
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Frente a esta escalada, Estados Unidos, principal aliado de Israel, se opuso a una invasión terrestre de Líbano y va a presentar “ideas concretas” para reducir la tensión, dijo un alto funcionario en Naciones Unidas.
El presidente estadounidense, Joe Biden, reiteró que trabaja “para lograr una desescalada”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, se mostró “muy preocupado por la escalada de la situación y por el gran número de víctimas civiles, incluidos niños y mujeres”, según su portavoz, Stéphane Dujarric.
Numerosos países musulmanes levantaron la voz. Egipto solicitó la intervención del Consejo de Seguridad, Turquía acusó a Israel de querer provocar el “caos” en la región y Catar pidió “acciones urgentes” de la comunidad internacional para frenar la “brutal agresión” que “coloca la región al borde del abismo”.
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“Estamos casi al borde de una guerra total”, ahondó el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell.
La guerra en la Franja de Gaza estalló el 7 de octubre de 2023 tras el ataque del movimiento palestino Hamás en Israel, en el que murieron 1.205 personas, según un balance de AFP basado en cifras oficiales israelíes.
De los 251 secuestrados durante la incursión islamista, 97 siguen cautivos en el estrecho territorio, de los cuales 33 fueron declarados muertos por el ejército israelí.
La ofensiva israelí causó la muerte de al menos 41.455 palestinos, según datos del Ministerio de Salud de este territorio gobernado por Hamás, considerados fiables por la ONU, y un desastre humanitario.
Fuente: AFP.