El caso de la niña Madeleine McCann, desaparecida hace 13 años, cuando estaba con su familia de vacaciones en el Algarve portugués, es investigado actualmente por la policía de Portugal, Reino Unido y Alemania.
Después de que las autoridades británicas revelaron a inicios de junio que están indagando a un hombre de 43 años, identificado como Christian Brueckner, en el territorio alemán, procedieron a realizar un operativo en el marco del caso.
Oficiales y forenses excavaron pozos en la tierra donde el principal sospechoso tenía registrada su vivienda, cerca de la ciudad de Hannover, en el estado de Baja Sajonia, publicó este martes La Nación de Argentina.
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Sin embargo, no se tiene conocimiento de lo que están buscando los investigadores, si es evidencia sobre la desaparición de la menor o algo relacionado al sospechoso.
El hombre sindicado cumple una condena en una prisión de Alemania y cuenta con un amplio historial delictivo por violencia sexual que incluye a víctimas menores.
Vivió en el Algarve entre 1995 y 2007, y el día de la desaparición de la niña se encontraba cerca de la casa de Praia da Luz, donde la familia McCann pasaba las vacaciones.
Pocos días después de que se anunció el giro de la investigación, la Justicia belga también reabrió la investigación del asesinato de una adolescente alemana en 1996 que tiene un posible vínculo con Brueckner, el nuevo sospechoso en el caso de la desaparición de Maddie.
Después del fatídico 3 de mayo de 2007, la causa se abría con enfrentamientos entre la policía británica y portuguesa, contradicciones sobre la versión de los padres y su entorno, multitud de sospechosos y pruebas poco concluyentes.
La investigación en Portugal, liderada en sus inicios por Gonçalo Amaral, puso en el punto de mira a los padres, Kate y Gerry McCann, que llegaron a ser formalmente investigados, aunque los indicios fueron concluyentes.
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Amaral, que acabó siendo despedido, encontró vacilaciones en el testimonio que ellos siempre defendieron, que la niña, entonces de 3 años, desapareció cuando dormía junto a sus hermanos (los gemelos Amelie y Sean, de 2 años), en el apartamento de Praia da Luz, mientras ellos cenaban en un restaurante cercano con una pareja de amigos.
Pero luego de una década de búsqueda infructuosa, los padres manifestaron que no pierden las esperanzas de encontrar a Madeleine viva. “Pero cualquiera que sea el resultado, necesitamos saber, tanto como necesitamos encontrar paz”, dijeron en un comunicado en su momento.
Se llegó a barajar también la posibilidad de que la niña fuese raptada por una organización dedicada a la pedofilia y la atención internacional que cobró el suceso hizo que, a lo largo de este tiempo, varias personas aseguraran haberla visto, a veces en varios continentes el mismo día, sin que se haya podido demostrar nada.
La investigación en torno a Maddie desembocó hasta ahora en más de 2.000 diligencias policiales, 500 búsquedas en la zona del Algarve y 12.000 páginas de proceso que hasta ahora no consiguieron arrojar luz sobre qué le ocurrió a la pequeña.