La historia empieza tras la conclusión de la Guerra contra la Triple Alianza (1865-187), cuando Toribio Palmerola emigró al Paraguay desde Corrientes (Argentina) y conoció a Carlota en su adolescencia, cuando ella trabajaba para él como lavandera. Toribio, con su hermano José, constituyó en Argentina una sociedad previa compra de ganado vacuno y caballar. Los hermanos rentaron un campo y se asentaron en tierras paraguayas.
La construcción del castillo data de los primeros años del siglo XX. De acuerdo con la investigación de Durán, el lugar “estaba en obra y con andamios” hacia 1910, según viejas fotografías que aún cuelgan en las paredes de aquella casona ubicada frente a la estación del tren.
El castillo fue pensado por Carlota como un espacio de esparcimiento para sus nietos, Juan Carlos, Dianora y Emilio, nacidos a finales del siglo XIX. Areguá le pareció apropiada por su ambiente y además por su cercanía con Asunción.
No se conoce precisamente el motivo detrás del estilo arquitectónico del castillo. Durán lanza algunas hipótesis sobre los motivos “que pudieron haber inducido a doña Carlota a imprimir en su nueva residencia, cierta reminiscencia medieval”. Menciona así que se conserva un “Castillo Palmerola” en Cataluña (como también que el apellido tiene ascendencia española), y que el constructor fue Juan Bragulat. “Es probable que éste hubiera sugerido a la viuda de Palmerola la idea de emular al castillo de sus antepasados, de donde procede dicho apellido, incorporando a la edificación, almenas y torreones a semejanza de aquel baluarte antiguo”.
Mujer de notable fe religiosa, fue benefactora del colegio San José, del templo de Areguá, de la comunidad de María Auxiliadora. También aportó a la construcción del mercado municipal de la ciudad y del muelle sobre el Lago Ypacaraí; donó una propiedad al Arzobispado y construyó una capilla en el patio de su residencia, detalla el documento de Durán.
Carlota pasó sus últimos días bajo el influjo del duelo, puesto que perdió a sus tres nietos, hijos de Antolina Dolores. Fue ella quien en 1959 donó dos hectáreas de terreno de su madre, incluyendo el castillo Palmerola, a las hermanas dominicas.
Hoy en día, de acuerdo a Gerardo Facetti (59), uno de los descendientes de Carlota, la propiedad se ve amenazada por la humedad, que puede dañar habitaciones, muebles, el piso y el cielo raso.
“La propiedad, hablando mal y pronto, es del Vaticano. Es de la Iglesia Católica. Y son ellos quienes tendrían que poner el fondo (...). No se debería permitir que eso caiga (...). La gente que visitaba, reclamaba: No, esto se está cayendo y no hacen nada”, aseguró Gerardo en una entrevista con Última Hora.
Las Hermanas Dominicas organizan actividades dentro del lugar en contados días del año, pero actualmente el castillo se encuentra cerrado por trabajos de remodelación y hasta nuevo aviso, según informaron las responsables.
Julio Ibarra, director de Bienes Culturales de la Secretaría Nacional de Cultura, informó que “para que el Estado financie (una restauración) a través del MOPC u otras instituciones, (el sitio) debe tener una declaración como patrimonio nacional individual”.