A puro teatro, música, danza, pintura y clases de idioma. Más de 150 niños de la zona de Cateura jugaron y aprendieron con las clases polifuncionales que realizaron ayer los voluntarios del Club Escuela Solidaria (CES) en la primera de sus jornadas.
La actividad comenzó a las 13.00. Los voluntarios del emprendimiento partieron del Campus de la Universidad Católica rumbo al vertedero en donde ya los esperaban ansiosos los niños para participar de esta escuela abierta.
Sebastián Da Ponte, gerente social de CES, explicó que esta asociación sin fines de lucro pone en marcha un nuevo plan académico reforzando áreas como inteligencia emocional, aplicando las ciencias con juegos.
Los niños mientras están dando Inteligencia Emocional también desarrollan inglés y guaraní, así como clases de tecnología. Por ejemplo, en la clase de preparación de chipa, aprenden matemática aplicada en el ejercicio de la fabricación de la chipa.
Asimismo, en la clase de Ciencias del tereré, los pequeños conocen cómo se hicieron la bombilla, la guampa, de dónde proviene el hielo, los estados del agua, la yerba, etc.
“Estamos en una situación crítica en la educación. Nos ubican en los últimos lugares, esa es nuestra realidad. Tenemos futuros adultos sin futuro y sin opciones porque 9 de cada 10 escolares no comprenden lo que leen”, sostuvo Da Ponte.
Los voluntarios de CES –dijo el gerente– demuestran en la práctica cómo cambiar los indicadores, pues se habla mucho de democratizar el acceso a la educación, de impulsar planes para el efecto, pero todos olvidan cómo lo hacemos.
CES pide que la merienda escolar cambie la leche por frutas, yogur y cereales. Pide que la educación sea trilingüe, que aparte del guaraní y del castellano aprendan inglés para expresar sus ideas al mundo. En las Jornadas solidarias, los voluntarios enseñan ajedrez, esgrima, rugby y otros deportes.
El año pasado, en siete meses de jornadas, el CES llegó a 1.000 niños y puso al servicio de ellos más de 450 voluntarios para aprender.