Paraguay no puede definir sus políticas en beneficio de demandas particulares y menos aún a partir de la volatilidad de los países vecinos, en este caso del Brasil.
Si hacemos eso, estaremos condenándonos a la dependencia y al subdesarrollo permanente.
Los negocios de la fronteriza capital del Departamento de Alto Paraná, Ciudad del Este, con su excesiva dependencia económica de las condiciones económicas brasileras, no están contribuyendo de manera significativa al desarrollo local si se tienen en cuenta las estadísticas oficiales de ingresos, empleos, pobreza, entre otros. Las cifras que exhiben y que están buscando justificar con ellas el tratamiento de una ley que beneficie al comercio de frontera no son consistentes con la realidad.
Una política pública como la que plantean los empresarios fronterizos debe tener justificaciones económicas serias.
Tenemos que dejar de justificar privilegios porque se generan empleos.
Desde hace años que venimos escuchando esa excusa para aprobar proyectos con privilegios tributarios, para aumentar la deuda, para destruir el ambiente o para realizar obras de dudoso valor público.
Sin embargo, el desempleo y subempleo aumentaron y no disminuyó absolutamente nada la informalidad laboral.
El resultado más claro de los problemas laborales se traduce en una caída de los ingresos laborales reales desde hace varios años. Es decir, ni a nivel macro ni a nivel micro, los argumentos a favor de beneficiar a determinados sectores se han verificado en la realidad laboral.
La situación se hace más compleja aún si consideramos que el problema debe verse no solo desde un punto de vista local, sino también regional y nacional.
El planteamiento de reducir impuestos y normativas relacionadas con el control sanitario corroe al Fisco y debilita la capacidad del Estado para garantizar la seguridad económica y sanitaria del país.
Ningún país se ha desarrollado siendo un paraíso tributario y con una población sumida en la precariedad laboral, la pobreza y los servicios públicos de mala calidad. El desarrollo de Ciudad del Este y del resto de las ciudades fronterizas no puede basarse en privilegios tributarios y normativos a sectores particulares.
Muy por el contrario, necesitamos pensar e implementar políticas que necesitan recursos y normativas serias.
El caso más emblemático, tal vez, por su importancia geográfica, poblacional y económica sea Ciudad del Este.
La capital del Alto Paraná y conocida por su significancia a nivel comercial, desde hace años enfrenta problemas de competitividad precisamente por un modelo económico que no conduce al desarrollo.
La pandemia, la grave crisis vivida por el Covid-19, demostró esa situación, ya que fue una de las regiones más afectadas, tanto por el contagio como por la falta de un sistema de salud. Ambas situaciones llevaron al país a la necesidad de invertir millones de recursos públicos que serán pagados por toda la ciudadanía de manera solidaria porque todos somos paraguayos.
Resulta meridianamente claro que los empresarios, en lugar de presentar propuestas que no contribuyen al desarrollo local y nacional, debieran proponer un modelo de desarrollo territorial y negociar políticas que beneficien a toda la ciudadanía esteña y con efecto multiplicador en el resto del país.