09 ene. 2025

Celsa y Adela, figuras notables en una educación que no despierta

Las dos educadoras paraguayas más destacadas del Paraguay de fines del siglo XIX y su gran aporte al sistema educativo, un rubro que los políticos lo tienen olvidado hoy día.

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Celsa y Adela Speratti

La participación de las mujeres en la historia del Paraguay, y en particular en la historia de la educación, ha sido sin duda de gran relevancia. Es por eso que las figuras de Celsa y Adela Speratti se vuelven especialmente relevantes, porque representan a un colectivo que se tornó imprescindible en ese momento histórico. Nos referimos, por supuesto, a las maestras.

Un gremio, que esta semana ha sufrido nuevamente la humillación de la clase política. Aquella misma clase política que, al momento de legislar a favor de la educación, dan las espaldas a la ciudadanía.

La educación sigue siendo una materia pendiente que ha sido relegada en los distintos gobiernos, pese a que en los discursos de campaña se llenan la boca prometiendo mejoras que nunca llegan.

En el caso de los maestros, siempre fueron utilizados para las campañas políticas, arreados, y luego pasan a un segundo plano y se los utiliza prácticamente solo para tener votos en cada elección. Las escuelas se caen a pedazos y los rubros para los maestros, en especial para los del interior y del campo, nunca llegan.

En el material de Carolina Alegre Benítez se resalta que las Speratti pertenecen a la Generación del 900, que reunió a las figuras más representativas en diferentes campos como el educativo y el político o el cultural, cuyo desarrollo y esplendor se dio en la llamada etapa de «reconstrucción nacional» del Paraguay.

Ellas lucharon en su tiempo para evitar padecer lo que hoy día sufre la educación.

Nacidas en medio de un conflicto bélico, forman parte de la pléyade de docentes que, formadas en Argentina, sirvieron como cimiento al proceso de construcción del sistema educativo en su país. Son hijas de Dolores de Speratti y el Cnel. Espínola, Adela, nace en el año 1865 en la localidad de Barrero Grande, actualmente ciudad de Eusebio Ayala, departamento de Cordillera y su hermana en la ciudad de Luque, Departamento Central en el año 1868. La historia del magisterio nacional cuenta con dos ejemplos dignísimos de la abnegación vocacional, acreedores del recuerdo de las generaciones.

FAMILIA Y EXILIO

El padre de estas niñas había muerto en la batalla de Ytororó. Su madre, Dolores de Speratti, sumida en la mayor pobreza como tantas otras viudas de esos años cruentos, marchó con esas dos hijas a Buenos Aires, en procura de mejores horizontes para ganarse el sustento. Trabajó duramente en los más humildes menesteres. Se trasladó más tarde a Concepción del Uruguay, importante centro cultural de la época, y en la Escuela Normal de aquella ciudad, donde entonces enseñaban las profesoras norteamericanas Raquel e Isabel King, contratadas por Sarmiento, ambas hermanas hicieron sus estudios.

Su aplicación al trabajo hizo de ellas las alumnas más brillantes de su promoción y les valió sendas becas del gobierno argentino. Apenas egresadas, fueron contratadas para ejercer la docencia en la misma institución. El gobierno nacional llamó a estas distinguidas educacionistas paraguayas encomendándoles la incipiente instrucción pública femenina del país. Adela y Celsa organizaron la primitiva Escuela Graduada de Niñas, después transformada en Escuela de Preceptoras..

APORTE

Celsa y Adela no solo se involucraron en el ámbito educativo, también aportaron en el área cultural, social y político. En 1902, Celsa lideró la conformación de comisiones de mujeres en contra de que Francisco Solano López sea declarado héroe, pues las mujeres estaban de acuerdo en que ellas habían sido las reconstructoras de un país en ruinas. Y junto a su hermana también colaboraba con escritos en una revista pedagógica publicada en Concepción del Uruguay. Disertaban en los centros culturales y escribían para periódicos locales, organizaron conferencias pedagógicas para promover el mejoramiento de los conocimientos profesionales de los preceptores de la enseñanza primaria, y colaboraron en actividades sociales de la primera dama, además de comisiones y sociedades de beneficencia.

La historiadora Ana Barreto, en su libro Voces de Mujeres en la Historia del Paraguay, expone que las mujeres educadoras también lucharon por sus derechos, una prueba de que el magisterio había despertado la conciencia organizativa y de reivindicación. En 1898, las hermanas Speratti lideraron una movilización ante la decisión del Superintendente de Instrucción Publica Enrique Solano López de suprimir cuatro escuelas primarias para dar lugar a dos escuelas graduadas. Ante esta medida, las hermanas Speratti renunciaron, motivando a otras maestras y estudiantes a movilizarse y a defender sus derechos.

A pesar de las limitaciones, el magisterio aportó un sistema de valores y normas que significó oportunidades para ciertas mujeres, al mismo tiempo, un espacio de solidaridad entre mujeres, educadoras y educandas. Sin dudas, el aporte de Adela fue trascendental en la construcción de sus bases.

El 7 de marzo de 1896, durante el gobierno del general Egusquiza, se creaba la Escuela Normal de Maestras, destinándose cuarenta becas para alumnas de la flamante institución. Poco más tarde, se fundaba la Escuela Normal de Profesoras a petición de un grupo de ex alumnas de la antigua Escuela de Preceptoras, dirigida por las hermanas Speratti. Adela fue designada directora del instituto y pudo así, capacitada por su cultura y guiada por su entusiasmo, aplicar a la enseñanza los más modernos métodos pedagógicos de entonces.

La labor cultural cumplida por Adela y Celsa Speratti fue en todo momento noble, eficiente y abnegada. De todos los pueblos del interior acudían jóvenes ansiosas de aprender y con esa simiente generosa pudieron crearse luego escuelas para nuevas generaciones de niñas paraguayas.

Las Speratti acogían en su hogar, solventado con el exiguo salario de su sacrificio, a las muchachas pobres que no podían sostenerse en la capital.

LEGADO

En 1902 falleció Adela, cuando se hallaba entregada por entero a su labor docente. La sustituyó en la dirección de la Escuela Normal su hermana Celsa, con el mismo fervor en la tarea, hasta que se retiró de la docencia activa, cinco años más tarde, para contraer matrimonio y constituir su propio hogar.

Celsa Speratti de Garcete falleció en Asunción, el año 1938, a muy avanzada edad. El nombre de ambas es venerado por el pueblo. Adela tiene hoy su estatua en el patio central de la Escuela Normal de Profesores, de Asunción, y una escuela primaria superior lleva su nombre. También Celsa Speratti de Garcete tiene su placa recordatoria.

En el año 2009, el Banco Central de la República del Paraguay anunció una nueva emisión de billetes con valor de dos mil guaraníes (la moneda local), en cuyo anverso se destacaría en recuerdo y homenaje los rostros de Adela y Celsa Speratti.

Celsa y Adela fueron un referente importante y sendos ejemplos en lo que respecta a la educación como formación, pero también a la educación como enseñanza.

Es cierto que las Speratti, como tantas otras docentes, eran “mujeres de su tiempo”, pero sus legados persisten hasta hoy, en un campo donde, evidentemente y a juzgar por las acciones de nuestros representantes, algunos hoy en día, con nula capacidad de debate o raciocinio producto justamente de la mala calidad, no parecen querer mejorarla.

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Familia. Adela y Celsa Speratti dejaron un gran legado como maestras en un tiempo difícil.

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Billetes. En 2006, el BCP instauró el G. 2 mil con sus caras.

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