El objetivo será responder a grandes interrogantes que persisten sobre el funcionamiento de la naturaleza y de la vida, y ver lo que ninguna tecnología ha permitido hasta ahora: el inicio del universo.
Durante casi cuatro años el LHC funcionará a una energía de colisión récord de 13,6 billones de electronvoltios (TeV), simulando prácticamente la densidad que había al instante mismo del inicio del universo.
Ninguna tecnología es capaz de ver lo que ocurrió en ese momento, no porque hayan pasado 13.800 millones de años desde aquello, sino porque durante los primeros 300.000 años después del big bang no había luz en el universo.
“Bueno, no es que no hubiese luz, pero es que estaba tan caliente que la materia absorbía la luz, con lo cual todo era totalmente negro, no había luz libre”, explica a Efe el investigador del Instituto de Física de Cantabria y experto en altas energías, Celso Martínez, quien también es el representante en España del experimento del CMS, uno de los detectores del LHC.
Esa es la razón por la cual no se puede contar con el desarrollo de telescopios más potentes para ver lo que pasó en ese entonces, incluso si ya existen algunos que se han instalado en misiones espaciales y potencialmente podrían tener ese alcance.
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“La única forma es recreando las condiciones (del big bang) en la Tierra, con aceleradores que generen la densidad de energía que había en ese momento y ver qué es lo que sale”, dice Martínez.
Esto equivale exactamente a ver el pasado del universo, como ocurre de forma más habitual cuando percibimos por la noche una estrella que ya ha muerto, pero cuya luz sigue viajando por el cosmos.
EL BOSÓN DE HIGGS
El LHC alcanzará su potencia máxima justo al día siguiente del décimo aniversario del descubrimiento del bosón de Higgs, que el 4 de julio de 2012 representó un hito en la historia de la ciencia y valió a sus teóricos –el británico Peters Higgs y el belga François Englert– el premio Nobel de Física al año siguiente.
La energía que alcanzará el LHC permitirá multiplicar la recolección de datos no solo para seguir estudiando las propiedades del bosón de Higgs, sino para observar procesos que hasta ahora eran inaccesibles.
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Después del descubrimiento del bosón de Higgs, el colisionador hizo posible el descubrimiento de más de 60 partículas compositivas que habían sido predichas por los teóricos, entre ellas algunas consideradas de naturaleza “exótica” como los tetraquarks y los pentaquarks.
DESAFÍOS
Entre otras cosas se buscará el origen de la materia y la antimateria en el universo, las propiedades de la materia a temperaturas y densidades extremas y partículas candidatas a materia oscura.
En una conferencia de prensa para recordar la proeza científica ocurrida hace una década, la directora del CERN, Fabiola Gianotti, dijo que su sueño es que en los próximos años el LHC sea capaz de reconstituir la materia oscura, que representa el 25% del universo.
“Con esto nuestra comprensión del universo pasaría del 5% actual al 30%, pero no sabemos si esto será posible”, admitió.
El jefe del Departamento de Física Teórica del CERN, Gian Guidice, comentó que el descubrimiento del bosón de Higgs fue “una revolución e hizo que la física de partículas cambiara más en diez años que en los treinta años anteriores”.
“Hay que entender que el objetivo de la física de partículas es entender los principios fundamentales de la naturaleza, así que el descubrimiento de nuevas partículas es en sí un avance para ganar esos conocimientos”, agregó.
No obstante, recomendó al público y a los políticos “no obsesionarse” con el número de partículas que se pueden encontrar, ya que esto es como si se le hubiese preguntado a Charles Darwin “cuántos pájaros vio en Galápagos, en lugar de preguntarle qué conocimiento había ganado sobre la evolución biológica”.
“Es lo mismo en el LHC. Estamos haciendo esta exploración no para contar los pájaros (las partículas), sino para entender lo fundamental sobre la evolución de nuestro universo”, concluyó.