<em>Por Andrés Colmán Gutiérrez
andres@uhora.com.py | @andrescolman</em>
Fiel a su estilo, la primera vez que el comandante Hugo Chávez Frías llegó al Paraguay, lo hizo protagonizando un llamativo show. Su avión aterrizó en el Aeropuerto Silvio Pettirossi alrededor de las 6 de la mañana del jueves 14 de agosto de 2003, pocos minutos después del avión del comandante cubano Fidel Castro, quien también llegaba por primera vez al país.
Al ingresar al salón VIP donde lo aguardaban las autoridades paraguayas, Chávez sintió que alguien le apareció de golpe desde atrás, para susto de sus guardaespaldas. Antes de que pudiera darse vuelta, escuchó el conocido vozarrón: "¡Buuuh...! ¡Con que aquí estás, bandido!”.
No era otro que su mentor político, el anciano comandante Fidel, jugándole bromas cual niño travieso. Chávez no se quedó atrás y le retrucó con otra broma. Las risas estruendosas de ambos rompieron el cuidado protocolo de recepción a los jefes de Estado y autoridades extranjeras que llegaban para la ceremonia de asunción del nuevo mandatario paraguayo, Nicanor Duarte Frutos.
A muchos corresponsales de prensa y analistas internacionales sorprendió que un candidato electo por el Partido Colorado -considerado de derecha, con casi 60 años en el poder, de los cuales había sostenido durante 35 años a la dictadura del general Alfredo Stroessner, para quien los comunistas y socialistas eran sus más acérrimos enemigos-, invitara a los más polémicos líderes de la izquierda latinoamericana.
Pero Nicanor, en su discurso, había sabido combinar elementos de las ideologías más diversas, y en aquella oportunidad, se lució confraternizando con Chávez y Fidel como si fueran camaradas de toda la vida, para bochorno de muchos dirigentes de la izquierda local.
<h2>Con la mira en el Mercosur</h2>
Histriónico y mediático, Chávez acaparó los medios de comunicación paraguayos, dando extensas entrevistas, especialmente a los canales televisivos. En medio de cada reportaje extraía un pequeño ejemplar de bolsillo de la Constitución venezolana y lo regalaba al periodista. A Nicanor le regaló una réplica de la espada del prócer libertador Simón Bolívar, pidiéndole que lo use “para combatir a la corrupción”.
Pero un “regalo” menos simbólico llegaría años más tarde, en julio de 2006, con la firma en Caracas de un convenio entre Chávez y Nicanor, que inició la provisión de petróleo venezolano al Paraguay, en un promedio de 18.600 barriles diarios de “crudo, productos refinados o gas licuado”. Paraguay debía recibir el crudo y sus derivados en condiciones de pago ventajosas, por un monto anual cercano a los 90 millones de dólares.
El manejo de la compra del petróleo tuvo sus bemoles y la petrolera estatal paraguaya Petropar terminó acumulando una millonaria deuda con su par venezolana PDVSA, que asciende a unos 264 millones de dólares, según un último informe. La legitimidad de la deuda es cuestionada por sectores políticos y periodísticos.
Pero el verdadero trasfondo del coqueteo político se empezó a desarrollar mucho antes, cuando el 4 de julio de 2006 se firmó en Caracas el Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur, con la intención de que el país caribeño ingrese como miembro pleno al mercado común regional.
A pesar de las aparentes diferencias ideológicas, el colorado Nicanor fue el principal abanderado de la inclusión de Venezuela al Mercosur, causa que desde el principio encontró fuerte resistencia en la mayoría de legisladores del Parlamento paraguayo.
La relación de Duarte Frutos con Chávez no solo se midió por el discurso o los convenios político-económicos, sino incluso por la imitación del look en la vestimenta: en julio de 2004, durante un acto político en San Pedro del Ycuamandyyu, Nicanor sorprendió luciendo una chaqueta militar y una boina similar a las que el comandante venezolano acostumbra usar.
Años más tarde, su sucesor, Fernando Lugo, también se luciría con otra boina parecida.
<iframe width="640" height="360" src="http://www.youtube.com/embed/6o0YkzE6SAc” frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
<h2>El final</h2>
El 15 de agosto de 2008, Chávez regresó al Paraguay para celebrar con indisimulada alegría la asunción de un nuevo mandatario, en este caso ideológicamente más cercano a su proyecto bolivariano.
Esta vez, su presencia tuvo picos de show mediático inolvidables. Durante un festival en el Palacio de López, Chavez y Lugo subieron al escenario a cantar, junto al músico Rolando Chaparro y al exmonje y guardaespaldas presidencial, Marcial Congo, la canción contestataria “Todo cambia”. Las imágenes de ambos mandatarios desentonando a viva voz recorrieron el mundo y se convirtieron en un ícono político.
Las esperanzas de Chávez eran de que Lugo pueda obtener lo que Nicanor no pudo: la aprobación del Congreso paraguayo al ingreso de Venezuela al Mercosur, el único obstáculo que permanecía insalvable desde 2006, ya que todos los demás países miembros (Argentina, Brasil y Uruguay) habían dado su acuerdo.
Los cuestionamientos de la mayoría de los legisladores paraguayos eran principalmente de tipo ideológico, y se profundizaron durante el Gobierno de Lugo, al levantarse la sospecha sobre un supuesto plan de sectores de izquierda de arrastrar al Paraguay hacia el mismo modelo político del Socialismo del Siglo XXI, campaña a la que se sumaron los propios liberales aliados a Lugo, incluyendo a su entonces vicepresidente, Federico Franco.
Esta presunta amenaza se sumó a las argumentaciones que provocaron la destitución de Lugo, tras un juicio político parlamentario, el 22 de junio de 2012. Crisis que motivó la suspensión del Paraguay en el Mercosur y fue aprovechada por los demás países miembros para aprobar la inclusión de Venezuela.