El presidente de Chile, Gabriel Boric, anunció el domingo que su Gobierno está trabajando para declarar la zona, ubicada a 700 kilómetros al norte de Santiago, en el Parque Nacional Desierto Florido.
“Tenemos una deuda con la protección del desierto florido”, reconoció durante una visita al norte el mandatario, quien aseguró que la categoría de parque nacional es el estándar de protección ambiental más alto que existe en el país.
Se espera que el decreto esté listo para inicios de 2023 y, cuando se apruebe, se convertirá en el parque nacional número 44 de Chile, uno de los países con el mayor nivel de protección del mundo.
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La ministra de Bienes Nacionales, Javiera Toro, explicó, por su parte, que “el desierto florido es un patrimonio de biodiversidad y un espectáculo natural asombroso que se pone en riesgo cada vez que alguien corta una flor, pisa o pasa en automóvil por este territorio”.
“En este lugar florecen cada tres, cinco o 10 años, dependiendo de las condiciones climáticas, más de 200 especies de plantas, las que a la vez permiten la llegada de insectos y fauna en busca de alimentos”, añadió.
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La floración en el desierto de Atacama, que este año se puede admirar en su máximo esplendor entre los sectores de Llanos y Chañarcillo, se suele dar en periodos de entre cinco y siete años, por el fenómeno climático de El Niño, que hace evaporar las aguas y precipitarse.
Este “milagro del desierto”, como lo llaman algunos lugareños, es aprovechado por los comerciantes y la oferta turística para promover otras bondades y atributos del territorio, que cuenta con otros parques nacionales, mares cristalinos, paisajes privilegiados y áreas naturales protegidas.
En el mundo existen solo tres países donde los desiertos florecen: Estados Unidos, Australia y Chile.