Siete chimpancés que escucharon música de piano marcaron el ritmo con movimientos del cuerpo, con las palmas de las manos y los pies, y los machos fueron más propensos que las hembras a acompañar con sus voces, según un estudio que publicó Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El estudio, conducido por los investigadores Yuko Hattori y Masaki Tomonaga, indica una raíz común de la danza entre los ancestros de chimpancés y humanos.
“La música y la danza son universales entre las culturas humanas y tienen una historia antigua”, señaló el estudio. “Una característica de la música es su influencia fuerte en los movimientos”.
Desde muy temprana edad los humanos incurren espontáneamente en movimientos al escuchar la música, y más adelante esta acción se sincroniza de manera más precisa con el pulso de la música.
Los investigadores japoneses señalaron que esta respuesta es más común en contextos sociales, lo cual sugiere que la avanzada habilidad rítmica de los humanos puede haber sido seleccionada, en la evolución, para la coordinación entre varios individuos.
Lea más: Maia, la elefanta asiática que lleva toda una vida en Paraguay
Es probable que el efecto del sonido al inducir movimientos rítmicos haya existido en el ancestro común de chimpancés y humanos hace seis millones de años, apuntó el artículo.
En el caso de los chimpancés “las comprobaciones de que los machos dan una respuesta más prolongada al sonido que las hembras coincidió con estudios anteriores acerca de ‘danzas de la lluvia’ en la jungla, durante las cuales los chimpancés hacen movimientos rítmicos cuando escuchan el sonido del comienzo de la lluvia” agregó.
Los científicos consideran que los chimpancés son candidatos ideales para comprender los orígenes en la evolución de la habilidad humana para la música porque son los parientes vivos más cercanos de los humanos.
Aunque los chimpancés tienen una habilidad muy limitada para controlar sus cuerdas vocales muestran varios tipos de actividades que pueden considerarse como requisitos previos para la música humana, como el tamborileo sobre los troncos de árboles, las voces a coro entre miembros de grupo y los sonidos juguetones hechos con objetos.
Para sus investigaciones los científicos en Kyoto expusieron a siete chimpancés a seis sesiones de música de piano de dos minutos cada una, con diferentes tempos, durante seis días.
En respuesta a los estímulos auditivos los chimpancés a menudo movieron el cuerpo de manera rítmica y a veces marcaron el ritmo con las palmas o con las plantas de sus pies sobre el suelo.
Otro experimento se enfocó en el animal que había mostrado más respuesta a los estímulos auditivos, y este chimpancé fue expuesto a cuatro sesiones de sonido, de dos minutos cada una, durante 24 días.
Tanto los ritmos al azar como los regulares indujeron movimientos de cuerpo en el chimpancé y el tempo al animal cuando estaba erguido sobre sus dos patas y no cuando estaba en la posición cuadrúpeda.
Este chimpancé, además, permaneció en el área de los sonidos más tiempo cuando había música que cuando no la había, por lo cual los investigadores concluyeron de que el animal buscaba el estímulo auditivo.